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ALEJANDRO DE VILLALMONTE 35 La afirmación es muy obvia para el teólogo; pero es indispensa- ble tenerla muy presente cuando se habla de problemas de protología teológica. Cualesquiera que sean las oscuridades de la ciencia humana sobre la condición del hombre en los comienzos de su historia, la teo logía debe mantener estas afirmaciones transcendentales, incluso mis teriosas, respecto a los hombres que entonces comenzaron a existir: su inclusión en el plan divino de ordenación al fin sobrenatural y el hecho de estar ya acogidos, desde el principio, dentro de una volun tad salvífica de Dios, verdadera y operante. 4 . La unidad del género humano como tesis teológica. La afirmación de que todos los hombres que han vivido o vivi rán en las diversas épocas de la historia forman una unidad ante Dios, se encuentra en cada página de la Biblia y es indispensable tenerla en cuenta para comprender la historia de la salvación. El sujeto de esta histeria ss constantemente el género humano en cuanto forma ante Dios Padre un solo Pueblo, una única Familia, una Iglesia, un Cuer po presidido por Cristo como Cabeza. En el plano teológico, la unidad del género humano radica en la unidad del Dios Padre, unidad que, respecto a los hombres, se pone de manifiesto cuando les llama a todos a idéntico fin sobrenatural: la participación en la misma vida divina que el Padre comunica al Hijo y al Espíritu Santo y, en ellos y por ellos, también a los hombres. Correspondiendo al fin único son también idénticos, en lo esencial, los medios para lograr esta vida divina: una misma fe, una misma prome sa y esperanza y el mismo vínculo de caridad, comunicadas por el único mediador entre Dios y los hombres, el Hombre Cristo Jesús. Tal es la forma en que Pablo ve la unidad de todos los hombres en el único Misterio de salvación: «Empeñándoos en guardar la unidad del Es píritu con el vínculo de la paz. Un solo cuerpo y un solo Espíritu, se gún como fuisteis llamados también con una sola esperanza en nuestra llamada; un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo: un solo Dios y Padre de todos y por todos y en todos» (Ef 4 , 3 - 6 ). Subrayando la ver tiente cristocéntrica de la unidad del género humano, podemos decir que hombres (los sujetos, por tanto, de todo lo que Dios dice y hace en la historia de salvación) son aquellos seres que son consustanciales —homeusioi— con Jesús de Nazaret, hombre que lleva en sus ve-
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