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ALEJANDRO DE VILLALMONTE 29 chazada. Y cuando el pecado tenga lugar, hay que estudiarlo desde la gracia y subordinado a ella, como la sombra lo está al cuerpo ilumi nado por el sol. Desde este orden de la gracia y de Cristo estudiamos nosotros la cuestión de la situación teologal en que hubo de encontrar se la humanidad primera; según lo permitan las noticias que sobre ella pudiera darnos la Palabra de Dios. Pasamos a exponer los principios teológicos que permiten un rec to planteamiento y solución satisfactoria de la cuestión sobre la situa ción teologal de la humanidad primera. No será necesario detener se en la demostración de estos principios, comúnmente admitidos; si no fijarse en la aplicación de los mismos al problema que nos ocupa. 2 . Ordenación del hombre a la Vida divina, en Cristo. Esta afirmación constituye un primer presupuesto de la doctrina común sobre el estado de justicia original. Ni podía ser de otra ma nera, desde el momento en que se quería hablar del hombre en pers pectiva rigurosamente teológica. Sólo para un teólogo tiene sentido hablar del pecado original de la humanidad entera, del pecado origi nante y de la previa elevación del hombre al estado de santidad y justicia. Sin embargo, esta verdad permanecía lejana, sin influencia ni aplicación adecuada al tema que nos ocupa. Esto se debía a que, co mo acabamos de ver, el problema de los comienzos de la historia sa grada se estudiaba desde una perspectiva hamartiocéntrica, y no des de la perspectiva cristocéntrica que le es propia. Más aún, la figura misma de Cristo y de su gracia estaba en nuestra actual historia de salvación en función del pecado que dominaba a la humanidad, con la finalidad inmediata de liberarla de esta esclavitud. El llamamiento de todos los hombres a la participación de la vida divina en Cristo es la verdad primordial de la revelación cristiana. No puede ser presentada en función de, ni ocasionada por ninguna otra, ya que ella es el punto absoluto de partida para contemplar el Misterio de Cristo en su existir eterno y luego en su realización concreta den tro de lo que llamamos historia de la salvación. Esta verdad puede, con toda razón, ser denominada síntesis, idea germinal de toda la revela ción y de la teología que sobre ella se eleva. Todo el pensamiento teo lógico de Pablo gira en torno al Misterio de Cristo. Pero este misterio consiste precisamente en esto: desde antes de los siglos el Padre toma
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