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ALEJANDRO DE VILLALMONTE 27 ble de una economía de salvación o histona de salvación (la paradisía- ca) que no sea con todo rigor la actual y la nuestra cristiana por esencia. B. Los comienzos de la historia de salvación en perspectiva cristocéntrica. Para determinar, a la luz de la palabra de Dios, la situación teo- logal de la humanidad primera, será indispensable aceptar la invita­ ción que San Buenaventura hace a los cultivadores de la sabiduría cristiana: Incipiendum est a Christo *5. El designio eterno del Padre de dar a los hombres participación en la vida suya íntima (la que El convive con el Hijo y el Espíritu Santo) y la puesta en marcha de la historia de salvación con la creación del mundo y del hombre todo gira en torno a Cristo; y girando sobre El sigue una marcha unitaria ascen­ dente, continuada, progresiva hasta culminar en el mismo Cristo, y con El y en El llegar a la plenitud de su revelación escatológica. En es­ ta perspectiva resulta impensable un estado paradisiaco como comien­ zo glorioso de una historia de salvación realmente iniciada, pero que en seguida habría dado en quiebra por efecto del pecado de Adán No puede pensarse ni un designio de salvación brotado en el corazón del Padre, ni una «historificación» del mismo en la creación, en los cuales no esté Cristo presente e influyente, desde un principio, dándole sentido. Ni cabe recurrir a otro mediador de la salvación que no sea Cristo, o, simplemente, dejar de hablar de mediador propiamente di­ cho entre Dios y el hombre. La economía paradisiaca elaborada por la teología tradicional en torno a Adán estaría en este caso ‘7. 45. Collationes in H exam eron, I nr. 10; V, 330-331. 46. Siempre se mantuvo una tradición teológica bastante fuerte y representada, especialmente entre los seguidores de Duns Escoto en esta cuestión, que propugnaron con claridad la primacía universal y absoluta de Cristo en la actual economía e historia de salvación; i.echazando cual­ quier economía paradisíaca que no fuese también presidida por Cristo. Puede verse J.F. BONNEFOY, El primado de Cristo, Barcelona 1961. Sin embargo, también ellos concedían realidad histórica a la figura del Adán paradisiaco. Esto se debe a dos motivos: Que su cristocentrismo no era del todo consecuente ni, en aquellas circunstancias podía serlo, por falta de conocimiento científico y crítico sobre el sentido de Gén 2-3. Además, y no en forma secundaria, la mentalidad fijista y precientífica sobre el origen del mundo y del hombre corriente hasta finales del siglo pasado. 47. Nunca llegó la teología adánica tradicional a presentai' al padre del género humano como mediador ent e Dios y los hombres, o como fuente de gracia, en sentido estricto. San Agustín había dicho que el hombre en el paraíso no precisaba de ningún mediador ante Dios “Sed

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