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24 ADAN NUNCA FUE INOCENTE puede ser autora del pecado. Entonces aparece la figura teológica d» Adán, padre del género humano, que con su pecado, teológicamente cualificado y de categoría superior, no sólo dio entrada al pecado en el mundo, sino que, como cabeza y raíz de la humanidad en el orden físico y en el plano sobrenatural, hizo pecadores a todos los hombres, pues todos pecaron en él (Rm 5 , 12 ). Esta teoría de Adán causante del pecado original recibe elaboración teológica por obra de Agustín; es perfeccionada por los teólogos posteriores y recibida en documentos del Magisterio. Este la hizo suya, porque pensó que semejante etiolo­ gía había sido, como tal, propuesta por la misma Biblia i2. «Si un pecado cometido al comienzo de la historia es la causa de la corrupción humana, espontáneamente se piensa en que, antes de ese pecado, la condición humana era distinta. La teología patrística, y especialmente la escolástica, solía describir el estado de justicia origi­ nal — aquella condición de la humanidad anterior al primer pecado— como el estado en que Adán poseía los dones de justicia, santidad e integridad, es decir, la inmunidad de la concupiscencia y la inmor­ talidad, que transmitiría a sus sucesores» “ . Con este razonamiento se daba cuerpo y vida al fenómeno teológico del llamado estado de justicia original. Como el pecado del primer hombre, fue, des­ de el punto de vista teológico, un pecado del todo cualificado y de categoría excepcionalmente perfecta, superior, también la situación 42. F L I C K Y A LS Z EG H Y recogen esta manera corriente de razonar: “habiéndose llevado a cabo esta reflexión a la luz de la inspiración, para nosotros el resultado de esa meditación etiológica es una revelación” ob. cit. nr. 370. Por eso el origen adánico es tenido por uno de los elementos esenciales del pecado original, ib. nr. 466. L a enseñanza del Magisterio se condensa para el concilio Tridentino, en DS. 1512. Ultimamente Pablo V I, hablando a un grupo de teólogos reunidos para estudiar el tema del pe­ cado original, dice que hay que mantener “la decisiva importancia que pa­ ra la suerte de la humanidad ha tenido el pecado de desobediencia de Adán, protoparente universal” AAS. 58 (1966) 654. Ver el comentario, muy tradicionalista, de C. POZO en la obrita Credo del Puéblo de Dios, M a­ drid 1968, p. 134-50. 43. F L I C K Y A LSZ EGH Y , ob. cit. nr. 394. Otros autores preponen la argumentación teológica desde otro punto de vista, más teológico: L a ordenación del hombre al fin sobrenatural de la visión beatífica; “at ea destinatio postulat in providentia supernaturali ordinaria, quae per se supponenda est, principium connaturale, qualis est gratia sanctificans” . I.F . SAGÜES, De Deo creante et elevan te : “Sacrae Theologiae Summa” II, nr. 713. Cfr. ib. nr. 735. 762. Esta perspectiva es más teológica, pues postula la justicia original desde las exigencias positivas de la gracia y no desde el pecado precisamente.

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