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ALEJANDRO DE VILLALMONTE 2 3 Excluido el Dios Santo de una responsabilidad directa en el origen del pecado original, podía recurrirse a otros agentes simultá- neamente extradivinos y extrahumanos: las fuerzas demoníacas, las fuerzas ciegas de la naturaleza y del destino. Es sabido que Gen 2-3 simboliza estas fuerzas en la serpiente que seduce a la mujer y en la mujer misma que seduce al varón. También son agentes del mal los gigantes o semidioses que tratan con las hijas de los hombres “ . En el N .T. estas fuerzas malignas, causantes del mal, se concretizan y per­ sonifican en el diablo «que es mentiroso y homicida desde el princi­ pio» (Jn 8 , 44 ). Según San Juan, éste parece ser el verdadero causante de esa situación de pecado, del pecado del mundo. Por eso asistimos en Juan a esa lucha dramática entre el diablo, señor del mundo, y el Hijo de Dios que trae la luz y la vida38. En Pablo la obra de Cristo es liberación de los poderes cósmicos, de los ángeles y potesta­ des malignas que hacen al hombre esclavo del pecado “ . La tradición teológica posterior nunca ha dejado de hablar del diablo, del pecado del mundo, de las fuerzas no humanas como causantes secundarios, pero reales y eficientes, de la situación pecadora en que se encuentra la humanidad tí. Sin embargo, la verdadera solución al problema del origen del mal y del pecado en que nacen todos los hombres no creyeron encon­ trarla hasta que no vieron con claridad que sola la voluntad humana en el intento de explicar el origen del mal, del pecado. En tre ellos el mito adánico, cuya interpretación interesa directamente al teólogo, Finitud y culpabilidad, Madrid, 1969, a partir de la p. 447. 38. Gén 6, 1-4. E l recurso al corazón malo para explicar el pecado es frecuente en la B iblia (cf. Sal 50, 12,7). Ecclo. 25,24 atribuye el origen del pecado y de la muerte a la mujer. Sab 2,24 lo atribuye a la envidia del diablo. 39. Jn 12,31; 14,30; 16,11; 1 Jn 4,4. E l diablo bajo diversas denomi­ naciones tiene importancia en el Apc. Desde su derrota en el cielo 12,8, Satán trabaja por destruir el reino de Dios en la tierra ; hasta que es ven­ cido y condenado al tormento eterno en el estanque de fuego, Apoc 20,10. También los Sinópticos, especialmente Marcos, ven al diablo como un pe sonaje causante del mal, que se opone a la expansión del reino de Dios por obra de Jesús. 40. 1 Cor 2, 6-8; 15, 24-26; F lp 2, 10-11; E f 6, 11-12; Col 2,15. 41. Al proponer otros causantes del pecado de los orígenes, queda ya por ello mismo relativizada la importancia que pudiera tener la tesis del origen adánico de la situación pecadora de los hombres todos; y esto ya en la misma enseñanza tradicional. Máxime si se quiere señalar un peca­ do concreto de Adán como originante exclusivo de la situación pecadora en que nace la humanidad entera.

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