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22 ADAN NUNCA FUE INOCENTE ce San Buenaventura San Agustín era incansable en repetir esta idea frente a los pelagianos y frente al peligro de verse tachado de resabios maniqueos en la forma de exponer su enseñanza sobre el «pe- cado original». ¿Qué es lo que queda como causa de estos males, sino la injusticia o la impotencia de Dios, o el castigo de un primer peca­ do anterior? Pero, como Dios no es ni injusto ni impotente, sólo resta decir que este pesado yugo no pesaría sobre los hijos de Adán, si no hubiese existido de antemano el demérito del pecado original» 35. Es­ te razonamiento podía incluso sentirse apoyado por las mismas Escri­ turas. En efecto, se reconoce comúnmente que la narración de Gén 2-3 sobre la caída de Adán en el paraíso, es fruto de una reflexión sapiencial etiológica del hagiógrafo sobre la situación pecadora del Pueblo y de la humanidad entera. Al querer indagar la causa de esta situación no puede atribuirla a Dios. Dios lo hace todo bien; inten­ cionadamente subraya la bondad de Dios con el hombre al crearlo a su imagen y semejanza, al ponerlo en un jardín de delicias, sacándolo de la tierra de secano donde lo formó. Sólo el hombre, Adán, es res­ ponsable de haberse roto la amistad con Dios y de los males que des­ de entonces llenan el mundo *. Los mismos mitos de las religiones antiguas, al querer explicar el origen del mal y de la maldad humana, lucharon con decisión por exonerar a la divinidad de toda responsabi­ lidad directa y personal en el origen de la situación desgraciada en que vive la humanidad 3'. 34. “Multum est consonum .ation i quod Deus in tanta m iseria et calamitate, in qua nunc est, hominem a principio non fecerit; immo di- cere contrarium magnae impietatis videtur piae et sanae menti”. U Sent, d. 30, a. 1; q. 1, resp.; II, 716a. 35. Ante las m iserias que afligen a los hombres los filósofos paganos dieron en pensar que eran castigados por delitos cometidos en existen­ cias anteriores. Pablo cortó el paso a esta opinión. “Quid igitur restat n i­ si ut causa istorum malo, um sit aut iniquitas vel impotentia Dei aut poe­ na prim i veterisque peccati? Sed quia nec iniustus nec impotens est Deus, restat qucd non vis, sed cogeris confiten quod grave iugum super filios Adam a die exitus de ventre matris eorum usque in diem sepulturae in matrem omnium (Ecclo 4,1) non fuisset, nisi delicti originalis meritum praecessisset”. Contra Iulianum IV, 16, 83; ML. 44, 782. L a idea se repite con frecuencia en los escritos de Agustín. 36. L a afirmación más cierta y concreta-de Gén 2-3 en su etiología sapiencial sobre el origen del pecado en el mundo seria ésta: Dios no es el causante, sino únicamente la voluntad dél hombre; sin entrar en ulte­ riores precisiones. Cf. Ecclo 7,29; Sab 2, 23-24. Ver C. BAUMGARTN ER El pecado original, p. 52-60. H. HAAG, El pecado original en la Biblia y enr lií doctrina de la Iglesia, pp.' 85-117'. 37. Ver las reflexiones dé P. R IC O EU R sob.e la función de los mitos

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