PS_NyG_1971v018n003p0343_0365

E. RIVERA DE VENTOSA 351 A. Mansión por salvar la Física de Aristóteles de la lacra de antropo- morfismo, no obstante la imposibilidad de poderse desentender de aquellos textos en que se afirma de un modo term inante 2I. Pensamos que la raíz del antropomorfismo que Aristóteles atribuye a la « physis» ss halla en las notas que hemos anteriormente señalado, especialmente en la autosuficiencia plena de la misma. Si frente al demiurgo que se- ñala tendencias y metas a los seres naturales y frente al Dios cristiano, causa agente final de la naturaleza, el aristotelismo cree bastarse con el concepto de «physis», causa a la vez eficiente, formal y final, ya no es posible rehuir el antropomorfismo que el mismo A. Mansión advier- te en los textos aristotélicos. Dentro del sistema de Aristóteles la « phy - sis» tiene que actuar estilo taller. Su oficina rezuma finalidad y, por lo mismo, inteligencia. T iene que ser, por lo tanto, una oficina « tipo humano». A. Mansión no parece haber deducido las consecuencias de su interpretación de la « physis » aristotélica, a la que reconoce la tri­ ple causalidad de que venimos hablando 2. Ahora se alcanza a ver igualmente la significación del azar y la fortuna en la Física de Aristóteles y la dificultad de hallar explicación para tales fenómenos físicos. En el mundo autosuficiente de la « phy - sis» con su triple causalidad todo debía ser orden, armonía, equilibrio y logro de lo más perfecto. Pero los choques frecuentes entre las diver­ sas causas y las monstruosidades no raras en la generación de los v i­ vientes ponen en entredicho la bella construcción naturalista de Aris­ tóteles. No halló éste otra salida para dar explicación a tales fenóme­ nos que el azar y la fortuna. Tales agentes no actúan, con todo, como causas per se, sino per accidens. Pero estas fórmulas escolásticas que traducen directamente la terminología de Aristóteles, ¿son algo más que meras fórmulas? 23. Y sin embargo, la causalidad per accidens, bien enigmática por cierto, adquiere singular importancia en la mente de Aristóteles como recurso in extremis para explicar todas las infracciones del orden que la « physis» señorea. Esta causalidad, sin lógica, sin cognoscibilidad, verdadero agente irracional del mundo aristotélico, tiene primordial­ mente su asiento en la materia, que no siempre es apta para recibir las 21. A. MANSION, Introduction à la Physiqire aristotélicierme 2.* éd., París, 1946, p. 235 22. O.c., p. 337 23. Phys., II, 5, 196 b 24-28

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz