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E. RIVERA DE VENTOSA 357 Junto a esta gran verdad que deja patente la dependencia de todo el cosmos, y consiguientemente de todo lo humano, respecto de Dios, el texto sacro nos habla igualmente de otra gran verdad, siempre en peligro de ser desconocida en el mundo antiguo. La verdad de que Dios ha dejado al hombre en poder de su libre albedrío. La libertad, tan difícilmente justificable en el pensamiento antiguo, encuentra una formulación límpida y exigente en las páginas bíblicas. Recogemos en- tre mil este texto del Eclesiástico, uno de los libros sapienciales de la Biblia : “Dios hizo al hombre desde el principio y le dejó en manos de su albedrio. Si tú quieres, puedes guardar sus mandamientos y es de sabios hacer su voluntad. Ante ti puso el fuego y el agua; a lo que tú quieras tenderás la mano. Ante el hombre están la vida y la muerte; lo que cada uno quiere, le será dado” 38. Providencia divina y libertad h um an a : he aquí los dos magnos agentes de la historia. Cómo entrecruzan su mutua acción, la filosofía de Aristóteles no lo vislumbra ni de lejos. Es, sin embargo, uno de los temas centrales del pensamiento bíblico, el cual, mostrando la admira­ ble interacción de Dios y el hombre, señala al mismo tiempo la verda­ dera finalidad de la historia y desvela su profundo sentido. Imposible podernos extender en la exposición de esta teología bU blica, tema de especialistas 39. Para nuestro propósito, parece suficiente recoger el pensamiento de San Pablo sobre el plan de Dios y la cola­ boración del hombre. El apóstol nos ha dejado delineado este plan providencial de Dios en uno de los pasajes más profundos de sus escritos. Se halla en la car­ ta a los Efesios 4°. En dicho pasaje el apóstol acentúa ante todo la ini­ ciativa del Padre que quiso darnos a conocer el misterio que su vo lun ­ tad se propuso realizar en Cristo, conforme a su beneplácito. Esta pa­ 38. Eccle., XV 14-18. 39. Para una orientación bibliográfica sobre el tema X. FLICK- A. ALS2EGHY, Teología dé­ lia Storia, en Gregorlanum 35 (1954) 256-298: G. THILS, La théologie de l’histoire. Note biblio­ graphique, en Ephem. Theol. Lovan., 24 (1950) 87-95; R. CRIADO, La teología de la historia en el Antiguo Testamento, enXIV Semana Bíblica españ., p. 33-78.- Para la exposición del tema Myst-srium Salutis. Manual de Teología como historia de salvación, trad. españ. Madrid, 1969; H. I. MARROU, Théologie de l’histoire, París (1969). La théologie de l’histoire. Révélation et his­ toire, aux soins de E. CASTELLI. Paris. 1971.- Para la visión protestante del problema S. de DIETRICH, Le dessein de Dieu. 5.“ ed. Neuchâtel-Paris, 1954; O. CULLMANN, Le salut dans l’his­ toire. Neuchâtel, 1966. 40. Eph., I, 3-14. En nuestro comentario a este pasaje seguimos a F. PRAT, La teología de San Pablo trad. espñ ..México, 1947, t. Il p. 102-107.

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