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3 5 6 PHYSIS - DIATHEKE suficiencia de la « physis ». Esta visión de la Física, gozne en torno al cual gira el conocimiento científico hasta nuestros días, ha cerrado, por otra parte, los caminos para dar a la historia un sentido Afortunadamente, la mentalidad bíblica había abierto ya entonces caminos muy anchos para una interpretación de la historia de muy distinto signo a la interpretación de Aristóteles. II. H is t o r ia y n a t u r a l e z a e n e l p e n s a m i e n t o b íb l ic o . Ya vimos como el tema del accidente casual deja entrever la d i­ rección distinta que toma la mentalidad bíblica respecto de la filosofía aristotélica. Frente a la causalidad alógica del azar, defendida por Aris­ tóteles y desconocida por el pensamiento bíblico, subraya éste la Pro­ videncia de Dios. Encuentra esta mentalidad su expresión idílica en las inolvidables palabras de Jesús a sus discípulos: «¿No se venden dos pajaritos por un as? Sin embargo, ni uno de ellos cae en la tierra sin la voluntad de vuestro Padre. Cuanto a vosotros, aun los cabellos todos de vuestra cabeza están contados» M. Este cuidado en diminutivo que tiene la Providencia de Dios por todas las cosas del mundo tiene un fundamento muy hondo y metafí- sico. Es el hecho grandioso de la creación «ex nihilo », desconocido por la filosofía an tigua; pero reiteradamente subrayado a través de las pá­ ginas de la literatura sacra. En ellas, con insistencia se nos dice que Dios creó el mundo y se cuida de él s\ Nos hallamos aquí al polo opuesto de la suficiencia cósmica que advertimos en la concepción aristotélica. N a ­ da de movimientos eternos, sin principio ni fin. Frente a tales ciclos que ni acaban ni comienzan, el eterno retorno de la concepción pagana desde los estoicos a Nietzsche, la Biblia, a estilo de una gran sinfonía, preludia en su obertura este tema melódico: «Al principio creó Dios los cielos y la tierra ». 35. Quizá alguno lamente el que no hayamos tenido en cuenta el problema de la evolución de Aristóteles, tema que no se puede ignorar después de los estudios de Jaeger, Zürcher, Nu- gens, Oggini. Creimos, con todo, poder prescindir de este tema en nuestro estudio, más orien­ tado al pensamiento que a la persona, pues bajo este puntos de vista se seguirá hablando de un Aristóteles, identificado con el Corpus Aristotellcum. En este sentido escribe certeramente G. Fraile. Historia de la Filosofía (B. A. C.), 2 ed., t. I, p. 433. 36. Mt„ X 29. 37. Cf. Gn., I, 1-3; 2 Me., 7, 2-28; ls., 41, 24; Jer., 17, 1; Ps. 145, 6

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