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E. RIVERA DE VENTOSA 3 5 5 ficiencia para vivir bien en la « polis ». Por ello, la «polis» es el acmé o cumbre en este ascenso hacia la plenitud del vivir humano ¿Y la historia? De nuevo creemos que la declinación del pensa­ miento aristotélico hacia la finalidad meramente inmanente del obrar humano le ha impedido ver el camino para una recta interpretación de aquélla. Si el hombre no tiene otra finalidad que «vivir bien », es decir, realizar plenamente su específica perfección humana, las accio­ nes que constituyen la trama de su vida, es decir, la historia, sólo pue­ den interesar en cuanto modelos y paradigmas de una vida excelente y lograda. Nunca en cuanto camino hacia una situación mejor, hacia un mundo en progreso. Esta palabra carece de sentido en la filosofía de Aristóteles. No hay más progreso que hacia la realización de la for­ ma específica. Frente a la idea de la historia en un sentido lineal as­ cendente que se abre hacia un futuro mejor, nos topamos en Aristóte­ les con la eterna repetición de lo específico, inmutable y eterno. Y que el hombre, por excepción de su libertad moral, puede ir realizando a más alto o a más bajo nivel. Dígase lo mismo de la ciudad. Estudia Aristóteles los diversos modelos de constitución, vigentes en distintas ciudades. ¿Con qué fin? Con el de hallar la constitución tipo, que facilite al máximum el que los hombres puedan realizar el vivir perfecto. En esto acaba toda la fi­ losofía de la historia en Aristóteles. A esta luz se puede comprender el famoso texto de la Poética don­ de afirma ser la poesía más seria y filosófica que la historia a. Pasaje que comenta en estos términos Menéndez Pelayo : «La diferencia (en­ tre el poeta y el historiador) consiste en que el historiador cuenta las cosas que sucedieron y el poeta las que pudieron o debieron suceder. De aquí que la poesía sea algo más filosófica y más grave o más profundo que la h is to ria ...» 34. A este comentario del polígrafo solamente tene­ mos que añadir que esta conclusión tan poco honrosa para la historia se hallaba en las premisas falsas de la finalidad inmanente del hombre, cuya inmanencia se fundamenta, a su vez, en la inmanencia y auto­ 32. He aquí cómo define a la “polis” en uno de los pasajes más significativos de la Política, mi, 1 , 1275 b 20 : 7:>.7jf>o; íxctvov xpdc auxáp/.siav r(?. 33. Poet., 9 1451 b 5-6 34. Historia de las Ideas estéticas en España, (ed. nacional), t. I., p. 60.

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