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320 HEGEL REDIVIVO Entre los motivos de la discordia operaba la exclusión de la Aca­ demia de las Ciencias, cuyas puertas se le habían cerrado al último, en parte, por influjo de Schleiermacher. La tirantez se dejó sentir hasta en el aula, mediante procedimientos pedagógicos no muy ortodoxos. Hegel, que en Nuremberg había obsequiado a los gimnasiastas con el tratam iento ennoblecedor de «Señor», lo anteponía ahora, con un mohín malicioso, cuando citaba el nombre de sus adversarios; así, so­ lía referirse al «Sr. Federico von S ch leg e l» ...; pero en el caso de Schleiermacher usaba de vez en vez una variante más mordaz, dicien­ do «Herr Schláuermacher»... La revancha quiso tomársela Hegel al elegir el equipo de redac­ tores para los ]ahrbiicher für wissenschaftlichen Kritik, pronto apoda­ do por algunos «el periódico de Hegel». Aunque el filósofo no solía excluir a quienes discrepaban de su pensamiento, intentó excepcionar a Schleiermacher, no obstante apoyar su candidatura otros miembros de la comandita hegeliana. Por ello fue la sesión electoral de las más tempestuosas en su género. «Hegel saltó de su asiento — refiere E. Gans— , anduvo de un lado para otro con paso firme, y murmuró en­ tre dientes que eso no significaba sino excluirle a él». Tras largo dis­ cutir vociferando, optaron por no dar curso a la invitación, porque probablemente el interesado tampoco aceptaría. A comienzos de 1828 había perdido peligrosidad, según Schleier­ macher, «el partido de Hegel» en la universidad, ya porque el mi­ nistro Altenstein no tenía dinero suficiente para asegurar una mayo­ ría hegeliana, ya por la imprudente elevación del republicano Gans al puesto de Ordinarius, que motivó choques con la facultad de derecho y, en última instancia, a causa de las «gansadas» («Eseleien»), que Gans se había permitido contra Savigny al reseñar una obra de éste en el periódico de su maestro. Poco antes de la muerte, obtuvo Hegel el codiciado sillón de la Academia, en la oue se le vio departir amistosa­ mente con Schleiermacher. Cuando Gans notificaba a Cousin la de­ función, escribía: «Schleiermacher y Savigny han asistido a las exe­ quias, y a la ceremonia que tuvo lugar en la un iversidad : el primero se ha comportado muy bien en todo este asunto». ¿Y el segundo? F. K. v. Savigny entró en fricción con Hegel apenas llegado éste a Berlín. Aparte las raíces doctrinales de su enemistad, se trasluce en

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