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G. ZAMORA 317 ¿Qué pensaba realmente el filósofo, a juicio de sus mejores cono cedores, sobre un tema tan malentendido ya en su época? La nota necrológica que le dedicó Der Gesellschafter, aun bajo el pasmo de su súbita desaparición, cogía por los cuernos la pregunta, y la contestaba a s i: «Mucho se ha hablado acerca de las ideas de Hegel sobie los sucesos de su tiempo; nosotros le hemos oído expresarse con franqueza, y sabemos que era adicto a toda verdadera libertad, pero sin llegar al punto en que la apariencia y el afán de notoriedad suplan tan el interés y seriedad auténticos». En otros térm inos: el filósofo detestaba toda opresión espiritual, aunque su temperamento modera do, acrecido con los años, no le dejaba aprovechar cada ocasión para manifestar sus íntimos pensamientos y deseos. Desde un ángulo más profundo enfocaba Alexander Jung el mis terio de la ambivalencia política de Hegel y de su íntima escisión an te el público. Buen testigo del fenómeno en el Berlín de 1826 y de la evolución de los acontecimientos en la Prusia posterior a la muerte del filósofo, Jung juzgaba que la clave para entender esa bipolaridad polí tica — por la Revolución y, sin embrago, por la monarquía de los Ho- henzollern— era el propio método filosófico de Hegel. Olvidado éste, no es posible explicarse ni la actitud de aquél frente a su tiempo, ni la de su tiempo frente a él. La esencia de tal método estribaba en la afir mación y la negación : merced a su manejo como elementos de una misma pieza logró su inventor sobreponerse a toda visión unilate ral y, por ello, a todo partido, político o religioso. Por haber perdido de vista su inamisible complementariedad, interpretaron mal al filó sofo muchos de sus contemporáneos, y lo traicionaron no pocos de sus herederos espirituales, bifurcándose en una izquierda y una derecha..., nombres de clara bandería política. «Unicamente en el método de H e gel radica la explicación de por qué fue tenido él mismo tan pronto por liberal como por servil, por librepensador como por creyente a ul tranza, por amigo del despotismo como de la Revolución». Para el más grande de los amigos con rango filosófico que le fue ron fieles hasta la muerte — V. Cousin— Hegel fue en su visión polí tica un espíritu completamente gemelar al suyo, es decir, compenetra do del «espíritu nuevo», que valoraba la Revolución francesa como el paso más importante dado por el hombre, después del cristianismo. Según Cousin, Hegel era profundamente liberal, sin ser en absoluto
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