PS_NyG_1971v018n003p0251_0303

298 LA CONCEPCION RELIGIOSA DE FREUD ra Freud, en que el hombre ha comenzado a serlo efectivamente: ha dejado de lado los infantilismos, con sus temores y sus deseos de con- suelo y protección, para seguir el camino de la razón. Los deseos del hombre han tenido la posibilidad de desarrollarse en las fases animista y religiosa. La religiosidad ha podido evolucionar desde el totemismo a la providencial instancia paterna. Pero todo esto no puede ya darse en la fase científica, en la que la realidad no ofrece otra alternativa que su aceptación y la aceptación de los límites que comporta, como la eviden- cia de la muerte y la sumisión a las demás necesidades naturales 137. El valor de la religión se encuentra precisamente en ser un paso obligado hacia la humanización que acarreará la ciencia. Es difícil que haya individuo humano que no viva una experiencia de neurosis en la infancia. La mayoría de estas neurosis se vencen en el proceso de ere- cimiento. También la colectividad humana ha sufrido una situación neurótica. Permanencen todavía residuos de esta situación. Uno de ta ­ les residuos — el más importante— es la religión. Lógicamente, esta fase ha de ser superada, como se supera en el individuo. Esto hace ver cómo la religión no tiene futuro 138. Dentro de la evolución humana, la religión ha prestado grandes servicios a la causa de la cultura. El fenómeno cultural ha tenido que luchar siempre contra la agresividad de la naturaleza. Y han sido pre­ cisamente las representaciones religiosas las que más han contribuido a esta obra civilizadora, aunque no hayan tenido un poder absoluto I3S. Pero 1a colectividad ha de convertirse en adulta, ha de renunciar a los infantilismos, reconocer la propia pequeñez y abrirse a la reali­ dad 14°. La realidad, con sus frustraciones, con la adaptación que impone al hombre, con la serie de renuncias que implica, llevará al hombre a term inar con la ilusión y a adquirir un equilibrio sano que dé sentido a su vida U1. Concluyendo este artículo, parece necesario notar la actitud ex ­ clusivista en que Freud se coloca. No dice que la religión sea algo in ­ útil o insensato, sino algo que ya no tiene puesto en el mundo, algo 137. Ibid.. 558. 138. FREUD S., El porvenir de una ilusión, 92-93 139. Ibld., 90. 140. Ibld., 95. 141. Ibld., 98-99.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz