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294 LA CONCEPCION RELIGIOSA DE FREUD ha llegado el momento de aceptar la dura realidad sin concesiones ilu­ sorias. No cabe duda que Freud ve en esta situación del adulto una «ac­ tualización» del conflicto edípico, que ha tenido como consecuencia la fijación de la figura paterna en la psique del individuo. Para com­ prenderla mejor bastará recordar las enseñanzas psicoanalíticas respec­ to a la vida anímica del niño. Este se interesa exclusivamente en la sa­ tisfacción de sus deseos y tiende a aquellos objetos que se le procuran. En esta satisfacción, el primer objeto con que se encuentra es la ma­ d re : ella satisface el hambre y se convierte en el primer objeto amo­ roso. Es también la primera seguridad, la primera defensa de que pue­ de gozar el pequeño ante lo que el mundo externo supone de peligro. En un momento determinado, el niño descubre que hay otro en casa que participa de la intimidad de la madre, que es más fuerte, a quien la misma madre se con fía : el padre, que pasa así a ocupar el papel pro­ tector que desempeñaba la madre. El padre es, pues, una instancia pro­ tectora, sin perder, por ello, el sentido de adversario que ha tenido en la disputa del cariño materno. El niño m adura; pero, al convertirse en adulto, se da cuenta de su desvalidez ante los peligros de la Naturaleza, como cuando era niño. De aquí que excogite una instancia protectora. T a l instancia viene re­ vestida con las características paternas tales como las ha vivido en su in fancia; pero con la particularidad de su exaltación : allí donde ’a instancia paterna infantil era limitada, se tratan de borrar los lím ites: la instancia paterna se convierte en un padre capaz de comprender las necesidades de sus hijos, capaz de conmoverse ante sus ruegos, al que es posible aplacar con actos penitenciales. El hombre ha creado sus dio­ ses y su religión m. Por consiguiente la religión es presentada como una consecuencia de la situación humana de impotencia y angustia. El «Padre providencial» no sería más oue una creación del mecanismo optativo del hombre. 3 ) La religión como ilusión. Cuando Freud define la religión co­ mo ilusión, conviene tener presente su mentalidad científica, que sólo acepta la ciencia como criterio de verdad. Y la ciencia, para él, se de­ finía claramente por el método empírico: lo que puede ser experimen- 124. Ibid., 83; cfr. El malestar en la cultura, 8.

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