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M. GARCIA CABERO 2 5 3 i) La religión como paranoia. El tema religioso se va abriendo camino poco a poco en la concepción científica de Freud. Hasta des­ pués de su matrimonio con Martha Bernays a mediados de septiembre de 1886 da la impresión de no interesarse particularmente por el tema. Ciertamente no aparecen los juicios definitivos, las afirmaciones secas. Tampoco aparecen las inquietudes, las angustias, las dudas. Freud no se encontraba todavía en un período creativo y, probablemente, algu­ nos problemas que más tarde fueron su pan cotidiano no se le presen­ taban. Siguiendo el curso de este estudio, se podrá ver cuánta importan­ cia tiene la actitud de Freud, el comportamiento del hombre que se inquieta y duda, en la definición de lo que se ha podido llamar su ateísmo. Por el momento conviene detenerse en las primeras referen­ cias de Freud al tema religioso. Como detalle, quizás importante, se puede constatar que, en la correspondencia que mantiene con su novia, Freud se refiere a Dios en su vida cotidiana acríticamente. Quien lea detenidamente estas cartas puede hacerse la idea de cómo Freud supone la existencia de un Dios que rara vez interviene en su vida, pero de cuya realidad no se duda. Ciertamente Freud no se crea problemas particulares con tal Dios; pe­ ro su concepto de Dios no parece diferenciarse mucho del que pudiera tener un contemporáneo cultural suyo. Quizás se pueda decir que la idea de Dios era utilizada en sus cartas como un recurso literario. Es posible. Pero se afirma, al mismo tiempo, que tal idea no es forzada, sino que se presenta como algo muy natural: Dios es único, es el Dios de los judíos, cuya vida anual está marcada por las intervenciones que Dios ha tenido en su historia, el Dios que ha elegido un pueblo, el Dios del Amor, el Dios que está al lado de su pueblo 2. De lo anteriormente dicho, no se puede concluir una actuación práctica correspondiente. Es más: muy pronto Freud cambiará su concepto de Dios. Después de su matrimonio, la vida de Freud atraviesa vicisitudes particulares. Luchan en él el científico puro y el hombre que intuye la posibilidad de una ciencia que no quede sometida a la disciplina de­ 2. FREUD S .. Epistolario: Carta a Martha Bernays del 14 de julio de 1882, 21; cfr. Ibid., del 23 de julio de 1882, 28-29; Ibid., del 14 de agosto de 1882, 31; Carta a Minna Bernays del 21 de febrero de 1883, 44; Carta a Martha Bernays del 16 de septiembre de 1883, 76; ibid., del 19 de noviembre de 1885, 204.

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