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M. GARCIA CABERO 277 es el núcleo al que hay que recurrir cuando se quiere dar la motiva­ ción p ro funda : el complejo edípico. No cabe duda que Freud ha querido dar una solución unitaria a toda la problemática partiendo de un punto de vista un ita rio : la ac­ titud con respecto al padre. En la psicología colectiva ha visto cómo el padre representa al ti­ rano dominador que impone y dicta la ley y obliga a su cumplimien­ to. Los hijos se rebelan contra el tirano y lo matan. Pero sufren su ti­ ranía después de muerto. De hecho es después de su muerte cuando cobra mayor importancia. Las cualidades resaltan más, dado que, a causa del pacto fraterno, ninguno podrá ya igualarlo. El comporta­ miento ambivalente que surge posteriormente y que tiene como cen­ tro el animal tótem sustituto del padre sirve de hecho para manifes­ tar este complejo paterno que sufren los hermanos. La conciencia de culpabilidad colectiva condiciona todo un comportamiento que Freud llama religioso. H a nacido la religiosidad como culto a un padre y co­ mo fruto de un complejo paterno. En la psicología individual es más fácil todavía ver este comple­ jo y su eficacia. No se trata aquí de hacer un paréntesis sobre concep­ tos que llevarían fuera del tema. Baste saber que Freud ha colocado el complejo de Edipo en el centro de todas las neurosis. En el perío­ do que va de 1897 al 1901 , su estudio y su preocupación afectiva no hará más que poner de manifiesto su inquietud por descubrir el mis­ terio de sí mismo. Como se verá más adelante, se trata de una cues­ tión personal en Freud. En La interpretación de los sueños sostiene claramente que los padres desempeñan un papel fundamental en la vida anímica infantil. El enamoramiento del niño por su madre y el odio hacia el padre es el centro de un comportamiento que más tarde se concretizará en de­ terminadas actitudes 73. Luego la relación con el padre representa el punto central a par­ tir y como producto del cual se construye todo el comportamiento h u ­ mano. 73. FREUD S., La interpretación de los sueños 388; cfr. Los orígenes del psicoanálisis: Car­ tas a W. Fltess de 11 de enero de 1897, 751; del 31 de mayo de 1897, 769-770; del 21 de septiem­ bre de 1897, 778; del 3 de octubre de 1897, 780; del 4 de octubre de 1897, 781-782; del 15 de octubre de 1897, 782-786.

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