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166 VISION DE LA FRATERNIDAD en la vivencia profunda del Evangelio. Todos intentan la im itación fiel de Cristo. Lo que varía es el modo. La juventud se proyecta h a ­ cia el futuro por ley de vida. La ancian idad retorna sentim ental­ mente al pasado. Esto fue siempre así porque de otro modo, no h a ­ bría habido progreso histórico. Y seguirá siendo así hasta el fin de los tiempos. Unidad no es un iform idad. La vida comun itaria un iform e no es posible ni deseable. Como en la geografía, en la comun idad hay va ­ lles frescos, llanuras, pueblos y montañas. Es m ejor así, que el pai­ saje se enriquezca de form as diversas. El paisaje un iform e sería po­ bre y m onótono. Una vida comun itaria reducida a form as prim iti­ vas de convivencia resalta menos el valor de la unidad que el esque­ ma moderno de los grupos humanos. La fratern idad franciscana p ri­ mitiva se enriquece notablemente con la integración de un iversita­ rios, profesores, campesinos, juglares y nobles. Unidad es integración de lo diverso sin lim itaciones empobre- cedoras de ninguna especie. Las lim itaciones obedecen siempre a una visión lim itada, im perfecta y egoísta de las cosas. Lim itan los hombres limitados. Francisco de Asís cultivaba la amistad de ricos y pobres, de campesinos y nobles, de clérigos, obispos y seglares. El capuch ino que inmortaliza Manzoni en “ Los Novios” frecuen ta los sitios humildes y los brillantes. Lo mismo entra en el palacio de los poderosos que en las casas de la gente humilde. Porque lo que cuen ­ ta es el hombre, la dignidad personal, el alma inmortal. La ún ica p referencia lógica viene dictada por la necesidad. Y generalmente los pobres necesitan más de nuestra ayuda. La unidad no es un iform idad. Los con flictos generacionales, que son ley de vida, se solucionan desde una perspectiva fraternal e integradora. No hay disyuntivas exclusivistas, no tienen razón de ser las polém icas agrias, quedan descartadas las valoraciones apa­ sionadas. No se puede prescindir de nadie porque todos ocupan su puesto y realizan una labor inapreciable. La form u lación fraterna incluye en un m ismo plano de estima a pobres y ricos, viejos y jó ­ venes, intelectuales y analfabetos, b lancos y negros, conservadores y progresistas, demócratas y republicanos. ¿Por qué no se marginan para siempre las valoraciones im perti­ nentes? Y es impertinente hacer preguntas que hieren la caridad despiadadamente. Unos ejem p los: “ ¿Quiénes son mejores, los jóv e ­ nes o los v iejos?” , “ ¿Adónde vamos a parar por este cam in o ?” , “ ¿C ó­ mo es posible pensar así en el siglo X X ? ” .

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