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164 VISION DE LA FRATERNIDAD ga ” de ocupaciones en los incondicionalm en te disponibles, mientras un grupito de “ señoritos” eluden los deberes comunitarios buscan ­ do placenteras evasiones. ¿Cómo se puede justificar la “ exención ” , cuando la mano de obra es insuficiente? Las cargas llevadas por to ­ dos resultan muy leves, pero si se am ontonan sobre los hombros de unos cuantos son insoportables. En seguida se ve que tal situación va con tra el valor fundam ental de la justicia distributiva y que ofende d irectamente la misma noción de la fraternidad. La calidad del trabajo cond iciona por su base la dedicación ge­ nérica o especializada de la comunidad. Hay quien tiene claras ap­ titudes para el trabajo manual, para los oficios que exigen habili­ dad y sentido p rá ctico y para las tareas domésticas. Ese es su pues­ to. Otros por el contrario, están más capacitados para la investiga­ ción y para los estudios serios. Que estudien e investiguen. Algunos están dotados de un carácter expansivo y se encuentran a gusto en tareas que llevan consigo múltiples relaciones humanas. Hacen un gran papel en la sociedad que valora tanto las form as de d ip lom a ­ cia, cortesía, simpatía y captación . Fot fin, hay un grupo dotado es­ pecialmente para el m ando: tiene ideas claras, abertura hacia el prójim o, carácter humano, sentido de la responsabilidad. Que g o ­ biernen. La selección del equipo atiende a calidades específicas. No bas­ ta la ejemplaridad para los cargos técnicos. Son cosas distintas. Un hombre sano y bueno no es necesariamente una pieza eficiente. Y esto aún partiendo de un con cepto de la bondad que no tiene nada que ver con lo que para determ inadas mentalidades es el hombre ejemplar. Un religioso que llega el primero al coro, que observa ri­ gurosamente la disciplina, que no ha creado problemas a la autori­ dad, que “ vive su vida ” , puede carecer en absoluto de cond iciones de mando. Desde luego, la ejemp laridad es indispensable, pero en la práctica va muchas veces desligada del estilo de equipo. El trabajo en equipo “ prueba” la capacidad de desprendim iento, de disciplina, de entrega y de olvido de sí mismo. Todo va en fu n ­ ción del acercam iento mutuo que es imposible — dadas las con tigen - cias de mentalidad, edad, form a ción , estilo de vida— sin un depura­ do y espiritual amor fraterno. Pero este es sólo el punto de partida. Se necesita, sobre todo, carácter. Los resentidos, los suspicaces, los faná ticos, los irascibles, crean problemas de convivencia que retra ­ san la marcha del equipo. Y se necesita la aptitud intelectual o p ro

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