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18 4 VISION DE LA FRATERNIDAD zones que la fuerza bruta : los puños, la navaja o el machete. Los hombres “ prim itivos” no obran a la luz del día. Buscan la oscuridad, la clandestinidad. No dan la cara, buscan el anon imato, no filman. Y, generalmente, se alian con hombres sin escrúpulos, en una malsana complicidad. Y esta sicología de bajos fond os de ren ­ cor se da — si hemos de creer a los sicólogos— a diversas escalas, desde quien se pone un antifaz para “ a tracar” a un banco, hasta quien se pone un antifaz para escribir un anónimo. Dice agudamente Ortega y Gasset, en la “ Teoría deí improperio ” : “Pues b ien : los improperios son palabras que significan rea­ lidades objetivas determinadas, pero que empleamos, no en cuanto expresan éstas, sino para man ifestar nuestros sen ­ tim ientos personales” . (El Espectador, I, pág. 149). De este modo, podemos conclu ir que ciertos improperios supo­ nen en el fond o de quien los dice un estado especial de ánimo. Se pueden denunciar la in justicia o la hipocresía con equilibradas y justas palabras. Es lo que hace el hombre cu lto y digno. Pero la rea c­ ción de quien es ob je to de estas denuncias y la del denunciante ca ­ lifica espiritualmente a ambos. El hombre bastardo no se defiende con dignidad, acusa con vileza. No responde a la cuestión, sino que antideportivamente, se ensaña con las personas. La “ bastardía” es peligrosa por su agresividad, pero tiene tam ­ bién sus grados. No es lo m ismo la ofensa verbal en un m om ento de irritación y apasionam iento, que el insulto calcu lado en frío. Quien espera la ocasión de vengarse y, pasado el tiempo, se venga a sangre fría, es un hombre de mal corazón. Quien redacta un escrito insul­ tante, lo revisa y lo envía es, necesariamente, un hombre vil, a quien hay que mantener lejos, para que no envilezca a sus semejantes. Quien recurre, por principio, al insulto y a la ofensa carece de las cond iciones humanas indispensables para la convivencia. Y , ya en plan de fratern idad, no hay que recordar siquiera su total in ­ adaptación a las leyes que enmarcan la vida comun itaria de cada día. No saben jugar limpio porque son rencorosos, vengativos, re ­ sentidos. Lo que se conoce en sociedad com o un “ grosero” . Una se­ lección inteligente de los candidatos no debe echar en saco roto las lecciones de la sicología. En plan de “ ejercicios prá cticos” convendría descartar de la conversación diaria frases que no están a tono entre hombres cu l

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