PS_NyG_1971v018n001p0159_0186

F. J. CALCSANZ 1 8 3 importante que el papeleo y el expediente burocrático. La hospitalidad tiene un aliado notable en las vacaciones, fe n ó ­ meno sociológ ico del que se beneficia la gente de las más diversas extracciones, incluso los económ icam ente débiles. Entre ellos nos con tam os — nos debemos con tar nosotros. Nuestras casas situadas en la m on taña y en la costa proporcionan un justo descanso en la época veraniega. Creo que entra de lleno en el espíritu franciscano com pa r­ tir estos bienes con los hermanos. Podrían ser núcleos de irradiación fraterna, de convivencia constructiva y centros “ p ilo to” en la p rá cti­ ca de la hospitalidad. L a s f o r m a s En un contexto comun itario tienen una importancia notable las buenas formas, los gestos corteses, las palabras amables. Lo exi­ ge la cortesía y lo reclama el buen gusto. En un sentido muy pre­ ciso, las form as dan la temperatura emocional, humana, e incluso religiosa, de la vida común. Naturalmente, hay que tener en cuenta la diversidad de tem ­ peramentos. Hay hombres biológicam ente tranquilos. Y hay tem ­ peramentos explosivos, que reaccionan instintivamente ante los es­ tímulos exteriores: sucesos, ambiente, imprevistos. El hombre tem ­ peramentalmente tranquilo no necesita esfuerzo para ser com ed id o : su mesura es lo que podríamos llamar una virtud natural. El hombre excitable debe someterse a una disciplina de reflexión previa y no dejarse llevar de sus nervios. En la convivencia normal se perm ite el acaloram iento. Y es comprensible que los temperamentos fogosos pongan más pasión en la defensa de sus criterios. Lo que resulta intolerable es el recurso a la brusquedad y a la violencia para imponer sus puntos de vista. Hay que llegar a la conv icción de la que las razones son más válidas que el insulto. El insulto es intolerable porque ind ica una regresión al p rim iti­ vismo y a la barbarie. No sólo provoca situaciones tirantes, sino que mata en su misma raíz el sentido del diálogo y suprime ferozmente a todos los que, de un m odo o de otro, piensan que la libertad es un derecho sagrado. El hombre “ prim itivo” acude en seguida a la ley del “ leñazo” para tapar la boca a sus oponentes. No conoce más ra

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz