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1 6 0 VISION DE LA FRATERNIDAD Francisco reacciona com o lo que es: com o un hombre de Dios. No tomó a mal las palabras del labrador sino que le besó los pies y le dio las gracias porque le había avisado “ tan carita tivam en te” . ¿Qué duda cabe de que una crítica así invita a la reflexión y al ex a ­ men y que es una llamada a la autenticidad? En algunos casos es p o ­ sible que la sinceridad brutal de la gente nos haga más bien que el halago y la adulación. Hace crítica constructiva el padre que llama a su h ijo aparte y le dice con con v icción : “Mira, h ijo , yo espero mucho más de ti. Tengo que exigirte más porque te conozco y sé que no rindes en la capacidad de tus cualidades” . Y el joven piensa que es necesario es­ tudiar más, tomar las cosas en serio y vivir d isciplinadam ente” . Una simple conversación privada cambia la actitud del muchacho que se estaba volviendo indolente. Toda form a ción seria está integrada de grandes dosis de criti­ ca constructiva ya que orienta las cualidades del su jeto de m odo que rinda más, no en un p lan utilitario, con criterios comerciales, sino desde el aspecto de la personalidad. Y esto tiene una ap licación concreta no sólo individual, sino también colectivamente. Se trata de form ar la personalidad, sin concesiones al sentimentalismo ni a la falsa piedad. Lo cual exigirá a veces una notable energía com pa ­ tible con una gran ternura. Criticar no es, de m odo exclusivo, podar o corregir. Es otra c o ­ sa. Con ciertos temperamentos, la labor form a tiva impondrá m éto­ dos de con fianza: infundir en el n iño la conv icción de que puede y debe ser mejor, echar mano de la persuasión amistosa, darle ánimos es a veces el ún ico cam ino de acierto. En otros casos hará fa lta el recurso a la corrección o la apelación a la responsabilidad. En cual­ quier caso hace fa lta la crítica constructiva. El Concilio nos da una medida del valor de la crítica leal. Los textos que se pasaron un po co de rondón sin pagar impuesto al vi­ sado aduanero de la polém ica, la discusión y el d iálogo exigente, se han quedado en esqueletos desencarnados. M ientras que los som eti­ dos más intensamente a revisión — aquellos que tuvieron que ser exam inados, revisados, enmendados o casi totalm ente reconstru i­ dos— son notablemente m ejores en con cepción y redacción finales. La crítica constructiva se parece en muchas cosas a la doma del caballo. El potro joven tiene sobreabundancia de fuerza y de vi­ talidad. Pero desconoce la disciplina del “ b o cad o ” . La fuerza in stin

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