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F. J. CALASANZ 1 7 3 vivencia enriquece los conocim ientos, mu ltiplica las fuerzas, orien ta la actividad de cada uno, posibilita la dedicación prevalente a ta reas de especialización. Todo esto sería imposible sin la colabora ción eficiente de quienes realizan tareas humildes de tipo dom ésti co. Entonces el problema no es de estómago, com o se insinuó a veces con un con cepto m ísero y enano de la profesión . Es problema de je - rarquización y de colabora ción : que partimos de una seguridad que para la mayoría de los hombres supone la entrega en cuerpo y al ma y que consume totalm ente su jornada. No les queda tiempo pa ra estudiar, para formarse, para crea r: su preocupación por la vida es tan intensa, que los absorbe. Pensar en el p rójim o es valorar en su justa medida la labor abnegada de los hermanos que queman su vida en oficios domésti cos, sin compensaciones humanas de ningún género. La presencia del prójim o supone una delicada estima de lo que hacen los demás, so bre todo cuando salimos personalmente beneficiados de su trabajo. Supone una fran ca am istad fraterna. En plan de fratern idad, todos somos iguales. Lo que interesa es la fidelidad con que cada uno des empeña su cargo, la calidad del comportam iento, no la brillantez externa. Pensar en el prójim o es estar disponibles sin cond iciones para crear un clima grato y exigente del hogar. Los tocados de la funesta “ envidia clerica l” deben ser descartados de la vida comunitaria. La pasividad provoca situaciones críticas que en frían o entibian las relaciones cordiales. Son “ detalles” que ind ican la capacidad de pensar en los demás. Por ello, sugeriría que en adelante se hable un poco más de la presencia del prójim o ya que nuestra vida es com u n itaria y nuestra actuación repercute favorable o ingratam ente en los demás. Los POBRES El testimon io colectivo de pobreza que pide el Perfectae carita- tis no consiste exclusivamente en vivir con pobreza. La vida pobre debe ser el resultado de una mentalidad, la proyección ejemplar de un sentido claro de la pobreza. Y aquí nos encontramos con una ex periencia original y chocan te que el pueblo capta y que se presta al com entario irónico.
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