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1 7 0 VISION DE LA FRATERNIDAD m isericordioso oficio de enseñar. Los hombres empiezan a aprender de verdad, cuando reconocen hum ildemente que ignoran muchas cosas. Preguntar es querer saber. Responder es querer enseñar. Co m o el diálogo incluye ambas cosas, es el procedim iento mas h on ro so de la convivencia. Por eso la pregunta decisiva en el “ test” del examen de ingreso debe formularse así: ¿T iene capacidad para el diálogo? Los presupuestos del diálogo van en este sentido. El primer de ber es atender al prójim o, por espíritu de desprendim iento, por de licadeza, por lealtad, por caridad. Esta idea podría presentarse así en la línea pragmática y barroca de “El capuchino retirado ” : ¿Que tienes muchas ocupaciones? ¿Qué importan tus cosas? Preocúpate del prójim o. ¿Que estabas entusiasmado con tus nuevos proyectos que te desvinculaban de la vida comun itaria? ¿Qué importan tus c o sas? Preocúpate de la comunidad. A ver por qué está preocupado el provincial, por qué no duerme el guardián, por qué ha tenido que ingresar en el sanatorio el padre o el hermano X . Despreocúpate de ti y atiende al prójim o. El “ yoísm o” es un sistema descaradamente egocén trico cuya pe ligrosidad queda desenmascarada por el Concilio cuando habla de la ética individualista. Por justicia y por caridad no podemos en claustrarnos en el propio yo o en el mundillo “ a cotado” que nos ro dea y nos solicita con mu ltiplicidad de planes enanos. Lo honrado es colaborar al bien común prom oviendo y ayudando las institu cio nes públicas o privadas que sirven para m ejorar las cond iciones de vida del hombre. Caín fue un perverso, porque mató a su hermano y porque quiso desentenderse de él. En la fra tern idad es una perver sión preguntar: “ ¿Acaso soy yo el guardián de mi herm ano?” P or que, en efecto, todos somos responsables de la suerte de nuestros hermanos. La revisión de vida — otro elemento para sincerarse en el d iá lo go— debe incidir seriamente en las obligaciones comunitarias. Porque se da el caso de religiosos que conviven durante varios años en una comun idad y no tienen nada que decirse. Un desconocim ien to y una desvincu lación de esta clase se excusarán difícilm ente del pecado de om isión en un punto tan clave com o la vida fraterna. L ó gicamente, la mu ltiplicidad de tareas lleva a cada uno por su ca mino. Y en este sentido el comprom iso en una tarea de equipo exi ge relaciones personales más periódicas. En todo caso, hay que pre ver tiempos especiales de dedicación general donde los hermanos
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