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C. SANZ ROS 14 7 lez, más atento a sus deberes puramente pastorales que a sus aficiones literarias. Durante la primera guerra carlista se le acusó de apoyar a los rebeldes; pero fue principalm ente por su oposición a las violencias com etidas con tra la Iglesia en la época de las desamortizaciones por lo que tuvo que salir exilado del territorio peninsular. El papa Gregorio XVI, por m ediación de otro obispo capuch ino, el P. Fer­ m ín de Alcaraz, a la sazón prelado de Cuenca, le invitó a descansar de sus trabajos apostólicos en la ciudad eterna. Rafael de Vélez pre­ firió el destierro de Mahón, desde donde podía seguir más de cerca la lucha entablada en las conciencias españolas tanto en el ámbi­ to eclesiástico com o en el civil. El 18 de enero de 1844 Isabel II perm itió el regreso del ilustre prelado a su diócesis compostelana. En su viaje pasó Rafael de Vé­ lez por Madrid, en donde acudió a saludarle el joven apologista Jaime Balmes, que, prendado de su amabilidad y, muy particu lar­ mente, de la hum ildad evangélica de su persona, nos legó un re­ cuerdo cariñoso de aquella entrevista en una de sus páginas lite­ rarias 2l. Murió Rafael de Vélez en Lastrove el día 3 de agosto de 1850. Ten ía 72 años de e d a d 22. 2 . R a f a e l d e v e l e z y l a c o n s t it u c ió n d e l a s o c ie d a d El 20 de ju lio de 1819 firmó Rafael de Vélez una Carta Pastoral en la ciudad y plaza de Ceuta. Por primera vez se dirigía a sus d io­ cesanos mediante un docum ento oficial com o expresión de su m i­ nisterio. Era consecuencia de la visita canón ica que había efectua ­ do a toda su grey. 21. B A LM E S , Obras completas (B A C ) I , 731, en carta a don Joaquín Roca y Corneta (M adrid 29 marzo 1844). 22. Exam inando la correspondencia del obispo con el Cabildo, se advierte en el primero una casi escrupulosa meticulosidad de detalles; buscaba siempre una perfecta discriminación de poderes y una exacta aplicación de las leyes y ri­ tos. Como muestra de estas extralimitadas exigencias, si bien pueden demostrarnos p or otra parte las flaquezas de aquel clero fácilmente corrompible, permítasenos recoger algunas ordenaciones de la visita que efectuó al Cabildo. Llama la aten­ ción el m inim ismo detallista en puntos de observancia coral, como «faltas de asis­ tencia», «obligación del traje talar», responsabilizando al Sr. Deán o Presidente para tomar medidas «si da el caso que alguno se presente con Capote, Capa, Som ­ brero redondo, y otro traje que no sea rigurosamente el talar». O cuando recuerda

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