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C. SANZ ROS 15 7 nómenos físicos los que entorpecían la vida social, sino las conse­ cuencias morales que venían acantonadas a rem olque; éstas eran las más difíciles de desarraigar. Por eso, todo esfuerzo en la previ­ sión, toda precisión en la diagnosis, la denuncia y la posición d e fen ­ siva debían encon trar pronto y adecuado ordenam iento en la fam i­ lia nacional. La m isión del pastor era la orien tación y la salvaguardia. “ No os decimos estas cosas porque dudemos de vuestra fidelidad, adhe­ sión a nuestras antiguas leyes, y amor a nuestros soberanos” . P ica ­ ba con ello la vanagloria de aquella ciudad que mereció el títu lo de Fidelísima. Pero, aun con tando con tan buena prensa y tan p recio ­ sa tradición de nobleza, Vélez hablaba a sus ciudadanos de todas estas cosas “ porque tratando desde el princip io de preveniros en vuestros deberes, vara evitar caídas, ignorancias o errores, nos ha parecido oportuno fortificaros en vuestra sumisión a nuestros sobe­ ranos, y borrar de un todo cualquiera impresión que pudieran ha ­ ber hecho en vuestros ánimos bien las malas doctrinas que aquellos años pasados corrieron entre nosotros, o bien puedan esparcirse en lo sucesivo” . “ Os exhortamos a que resistáis con firmeza cualquiera especie, o novedad que bien de palabra o por escrito, o por algún mal ejem p lo pueda alguna vez llegar a vosotros con tra los que m an ­ dan, sus disposiciones, el supremo poder, o soberan ía” . La dura experiencia innovadora debía quedar bien grabada en la mente de todos. Aquellas dolorosas consecuencias podían repetir­ se y llegar a su culmen si los espíritus no ponían coto a la ingeren ­ cia de doctrinas, principios, acciones, en fran co desacuerdo todas con lo más genu ino de la constitución social del individuo y de la sociedad. “ La paz de semejantes hombres es la desolación, su virtud el crimen, su amor a vosotros y a la nación el mayor odio. Hom ­ bres que no estiman su patria, que desprecian sus leyes, que no tie­ nen amigos, ni les duelen sus parientes ¿qué impresiones pueden sentir de tan dulces y encantadoras voces? ¿Qué felicidad ha ven i­ do a la Europa por haberlos creído algún tiempo y adm itido sus re­ formas? Quedaba cumplimentada así la visita pastoral cursada a sus d io­ cesanos. Había con ocido su situación, sus problemas y sus apeten ­ cias. La lección política que les conced ió con su escrito llegaba a su fin perfectam ente estructurada. Se salvaguardaba así la legítima constitución de la sociedad. Debido al respeto que las viejas co s ­ tumbres se merecen, cundiría por la patria, y por la personal vida

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