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V. GRACIA GUILLEN 1 3 7 gor, otro psicopatológico. Hay una psicopatología de la religiosidad, que el psicoanálisis ha ayudado a poner en claro, que en su forma más genérica ha sido expuesta en anteriores consideraciones, y que en el es­ pecifico campo de las virtudes teologales da lugar, pienso, a tres sín­ dromes importantes que pedemos denominar, siguiendo en gran parte los finos análisis de Laín Entralgo, dispístico, diselpídico y disfílico En líneas anteriores hemos visto algo de este último, y Laín ha expues­ to cumplidamente la estructura del segundo. El riguroso tratamiento del primero aún está por hacer. Pero gran parte de lo menos malo en tal sentido confeccionado se debe, de justicia es reconocerlo, a los psi- conalistas. 8 ) La vivencia religiosa ha de tener una base natural que es au­ téntica nota exigitiva de la religiosidad. Reflexionemos sobre esto. Tanto en el plano biológico y psicoanalítico, como en el teológico, na­ die carece totalmente o posee en plenitud esas «virtudes», constitutivas de la religiosidad. La apertura y el inacabamiento constitutivos del hombre son también la apertura y el inacabamiento de la religiosidad individual y de la religión como entidad social. En esta situación bien puede decirse que nuestra religión no es, no puede ser nunca completa; somos, por obligación, en parte religiosos y en parte irreligiosos, o re­ ligiosos itinerantes. Vivimos en una situación de contiuo «alumbra­ miento» o «esclarecimiento» de nuestra propia realidad y de nuestro propio subconsciente. De ahí la importancia del psicoanálisis en la cla­ rificación de la problemática y vivencia religiosas. 9 ) Es rigurosamente inexacta la tesis de que hay una «religio­ sidad inconsciente» o un «Dios subconsciente», entendido este último término en el preciso sentido psicoanalítico. Dentro del catolicismo, y sobre todo del protestantismo, se ha abusado repetidas veces de este ambiguo concepto50. La religiosidad es una actitud radical de la perso­ na humana, es decir, del hombre en cuanto actúa inteligente y libre- 89. Cf. nota 2, así como el estudio que en la quinta parte de La espera y la es­ peranza hace Laín de la «diselpidia». Esta entidad ha sido posteriormente corrobo­ rada por Eof Carballo en varios trabajos de revisión. 90. Existe un sentido justo y aceptable de expresiones tales como «cristianos inconscientes», que son, por otra parte, muy anteriores al psicoanálisis. En el fon­ do se pueden descubrir «en el mismo San Pablo, que interpretaba como significa­ dos inconscientemente cristianos versos de poetas gentiles y prácticas supersticiosas

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