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G. GRACIA GUILLEN 135 mundo, cualquier argumentación intelectual sobre la religión o Dios vaya directamente condenada al fracaso. 4 ) En última instancia, lo que la Psicología profunda nos ha enseñado es a decantar y purificar nuestros conceptos sobre la religio- sidad, haciendo recaer ésta más en la responsabilidad o «ajustamiento» a la realidad, es decir, en la religación, que en la pura aceptación in­ telectiva de unas vías o unos argumentos. Si la vivencia religiosa es algo que afecta a la persona como un todo, y si la pura aceptación intelectual de unos dogmas o unas ideas en la más pura y tradicional de la teología no puede considerarse como auténtico dato salvífico. hay que preguntarse muy seriamente si no se ha estado enfocando el tema de la religión y el ateísmo desde unas bases excesivamente «ra­ cionalistas» e intelectualistas, que no se adecúan a los más primige­ nios datos que sobre la religión aceptamos. En este sentido, creemos, el psicoanálisis tiene mucho que ofrecer a una intelección más autén­ tica del fenómeno religioso, como desenmascarador de conductas fal­ sas, insinceras, superficiales o patológicas. 5 ) De lo anteriormente expuesto es flagrante confirmación el hecho de que muchas conductas religiosas particulares y positivas puedan y deban considerarse como auténticamente neuróticas, pato­ lógicas. Rcf Carballo, en una bella página, ha recordado la tesis del pastor Pfister, nacida en 1505 , según la cual el cristianismo, en vir­ tud de la intensa contaminación con rasgos neuróticos, se había con­ vertido de religión del amor en la religión de la angustia, alterando así su esencia y, por ello, el dogmatismo formalista propio de las neu­ rosis obsesivas, había invadido insensiblemente sus capas mas profun­ das y escondidas. «Conmovido por sus observaciones — escribe Rof— Pfister renunció a una carrera académica para ser, exclusivamente «pas­ tor». Muchos años después, Juan XXIII iba a declarar, ante el asombro del mundo, que él no quería ser otra cosa que esto: pastor. Nadie su­ po prever que con esta decisión iba a imprimir nuevo rumbo a la Igle­ sia católica en un giro de inmensas consecuencias, gracias al cual, de nuevo, lo que hay en el catolicismo de religión de amor iba a comen­ zar a desembarazarse de lo que la neurosis y la ansiedad habían depo­ sitado, a lo largo de los siglos, en sus estructuras, deformándolas» 87. 87. Art. cit., p p . 4043.

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