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G. GRACIA GUILLEN 1 2 9 628 ) tiene una perspectiva espiritual que el psicoanálisis clásico no pue de menos de desconocer. De todo lo anterior se deduce que hay que tener en cuenta otros planos para la correcta explicación del ser humano y de sus problemas. Y el primer plano que habremos de tener en cuenta es el «plano mo ral». En efeco, la neurosis es siempre «una manifestación más o me nos encubierta de una mala conciencia » (CR, 628 ), de «conciencia de culpa». Culpa que, si bien no tiene por qué ser objetiva, provoca un despiadado autocastigo por intermedio de sus torturantes síntomas. Una de las tareas de la psicoterapia consistirá precisamente en aclarar el hecho de que el autocastigo neurótico es infructuoso en la medida en que es neurótico. «La verdadera falta del neurótico (el falso compromiso) está re- chazada en el inconsciente, en tanto que el autocastigo permanece. Es ta falta ((verdadera» es casi siempre una falta de soberbia: una sobre estimación de sí. Es la identificación del Yo con el Super-Yo rígido. Las faltas que el neurótico se imagina haber cometido no son sino «víctimas expiatorias-). Son productos racionalizados de su sentimiento de culpabilidad, de su mala conciencia. Son, por así decirlo, los resul tados de una falsa localización de culpabilidad. No es, pues, suficiente demostrar la futilidad de la falta imaginada o del difuso sentimiento de culpabilidad. Se trata de descubrir la falta verdadera, que es la or- guilosa identificación con el Super-Yo» (CR, 629 ). ((Vemos que el problema existencial planteado por la psicotera pia en el plano moral tiene un punto de contacto con el problema reli gioso» (CR, 632 ). Así pasamos a la tercera etapa de nuestro análisis: el «plano religioso». «La neurosis, ya lo hemos visto, es la elevación de fines relativos a la categoría de absolutos; es, pues, una ((herejía vi tal» ; es, por consiguiene, una «aversión a lo absoluto», una tendencia hacia lo relativo existencial: Aversio a Deo, conversio ad creaturam » (CR, 633 ). De este modo los problemas puramente existenciales y mo rales, se convierten en problemas religiosos, con una dimensión de trascendencia. «Alejándose de la verdad, de la senda, de la vida, el neurótico se hace Dios. Es el efecto de la antigua tentación: eritis si - cut Deus» (CR, 634 ). «La psicoterapia integral, universal, no debe ig norar que la salud moral del hombre es una cuestión de verdad y, por
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