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G. GRACIA GUILLEN 1 1 7 cutir acerca de Dios, y de unimos para descubrir las formas de idola- tría contemporáneas? Hoy no se trata de Baal y Astarté, sino de la deificación del Estado y del poder en los países autoritarios, y de la máquina y el éxito en los países de nuestra cultura, es lo que amena- za a las riquezas espirituales más preciosas del hombre. Ya seamos re ligiosos o no, ya creamos en la necesidad de una nueva religión, en la religión de la no-religión, o en la continuación de la tradición ju- deo-cristiana, siempre que nos interese la esencia y no la superficie, la experiencia y no la palabra, el hombre y no la Iglesia, podremos unir nos en una firme negación de la idolatría, y quizá hallar en esta ne gación una fe común más que en las declaraciones afirmativas acerca de Dios. Indudablemente, hallaremos más humildad y amor frater nal" ( FR, 153 ). F rankl «Lo espiritual no sólo puede, sino que — en último término y en su origen— tiene que ser inconsciente» 70. El lógico aspaviento ini cial ante esta, al parecer, novedosa y extraña sentencia de Frankl, que sintetiza todo su pensamiento, disminuye ante una juiciosa considera ción histórica. El inconsciente espiritual es muy antiguo, como han expuesto multitud de autores y comentaristas de psicoanálisis. Jung afirma que la doctrina de los dioses y demonios invisibles constituye una formulación de lo inconsciente psicológicamente mucho más ade cuada que la actual (JR, 123 ). Maritain nos dice que el «inconsciente espiritual», o mejor preconsciente, no fue ignorado por Platón ni por otros sabios de la antigüedad; sería el inconsciente musical, en con traposición con el inconsciente sordo o freudiano. Laín Entralgo ha acuñado, por su parte, la expresión «inconsciente moral» para enten der ciertas actitudes de pueblos como el asirio y pensadores como San Agustín. White cree atisbar vestigios de un inconsciente espiritual en Santo Tomás. Y cuando Carus, Von Hartmann y en cierto sentido igualmente Schopenhauer hablan del inconsciente equiparándolo con 70. FRANKL, V. E., El Dios Inconsciente (trad. esp., Buenos Aires, 1966), p. 30. En adelante DI.
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