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G. GRACIA GUILLEN 115 principalmente interesado en la realidad humana que hay detrás de las doctrinas religiosas, hallando la misma realidad como base de di- ferentes religiones y actitudes contrarias sirviendo de base a la mis­ ma religión. «La realidad humana, por ejemplo, que sirve de base a las enseñanzas de Buda, Isaías, Cristo, Sócrates o Spinoza, es la mis­ ma esencialmente. Está determinada por la búsqueda de amor, ver­ dad y justicia. La realidad humana que hay detrás del sistema teoló­ gico de Calvino y de los sistemas políticos autoritarios, es también muy similar. Su espíritu es un espíritu de sumisión al poder y de fal­ ta de amor y respeto por el individuo» (FR, 86 - 7 ). Dijo Cristo: «Por sus frutos los conoceréis». Y comenta Fromm: «Si las enseñanzas religiosas contribuyen al desarrollo, fuerza, liber­ tad y felicidad de sus creyentes, veremos los frutos del amor. Si con­ tribuyen a la reducción de las potencialidades humanas, a la desdicha y falta de productividad, no pueden haber nacido del amor, diga lo que quiera el dogma» (FR, 87 }. ¿A qué nos obliga esta concepción, aquí y ahora? En primer lugar a la ayuda al hombre mediante el psicoanálisis. «En realidad, el ayudar a un hombre a discernir la verdad de la falsedad en sí, es el fin básico del psicoanálisis, un método terapéutico que es la apli­ cación empírica de la declaración : La verdad os hará libres» (FR, 106 ). Y en esta ayuda quedan incluidos, no sólo los neuróticos, sino todas las personas. «Sería un error suponer que sólo los que son «neuróti­ cos» han fracasado en la tarea de la autoemancipación, mientras el tipo medio de la persona adaptada lo ha logrado. Por el contrario, la gran mayoría de la gente de nuestra cultura está bien adaptada por­ que ha renunciado a la lucha por la independencia antes y más radi­ calmente que la persona neurótica. Han aceptado el juicio de la ma­ yoría tan completamente, que se han ahorrado el vivo dolor del con­ flicto que sufre la persona neurótica. Si bien son sanos desde el pun­ to de vista de la «adaptación», son más enfermos que la persona neu­ rótica desde el punto de vista de la realización de sus propios fines como seres humanos. ¿Puede ser esa solución la considerada como perfecta? Lo sería si fuera posible ignorar sin daño las leyes funda­ mentales de la existencia humana. Pero eso no es posible. La persona «adaptada)), que no vive de acuerdo a la verdad y que no ama, sólo

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