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G. GRACIA GUILLEN 1 1 3 poder superior, fuera de él. Pero esto solo no constituye la religión autoritaria. Lo que la hace así es la idea de que a este poder, por cau- sa del dominio que ejerce, se le debe obediencia, reverencia y venera- ción ( FR, 54 ). En ellas impera la idea de «dominio», es decir, poder sobre los hombres. La principal virtud es la obediencia y el máximo pecado la desobediencia (FR, 55 ). Representaciones magistrales de es­ te tipo de pensar se encuentra, según Fromm, en la teología de Cal- vino (FR, 55 ) , y en el aspecto secular en la idea del Fhürer, o el ama­ do «Padre de su pueblo», o el Estado, o la Raza, o la Patria Socialis­ ta (FR, 56 ). «La religión humanista, por el contrario, tiene como centro al hombre y su fuerza. El hombre tiene que desarrollar sus poderes de razón con el fin de comprenderse, y comprender su relación con los demás hombres y su posición en el universo. Tiene que reconocer la verdad, con respecto a sus potencialidades y a sus limitaciones. Tie­ ne que desarrollar su capacidad de amor por los demás y por sí mis­ mo, y experimentar la solidaridad de todos los seres vivos... La expe­ riencia religiosa de este tipo de religión es la experiencia de la unidad con el Todo, basada en la relación del uno con el mundo, captada a través del pensamiento y del amor... Cuando las religiones humanis­ tas son teístas, Dios es el símbolo de los poderes del hombre, que trata de realizar durante su vida, y no un símbolo de fuerza y domi­ nación, que tiene poder sobre el hombre» (FR, 57 ). Ejemplos de religiones humanistas son, para Fromm, el budis­ mo primitivo, las enseñanzas de Isaías, Jesús, Sócrates, Spinoza, ciertas tendencias de las religiones cristiana y hebraica (particular­ mente el misticismo), la religión de la Razón de la Revolución france­ sa, etc. Lo que importa en tales doctrinas no es el sistema de pensa­ miento en cuanto tal, sino la actitud humana que sirve de base a sus doctrinas. (FR, 57 - 8 ). Esta distinción entre religión autoritaria y humanista puede existir dentro de la misma religión (FR, 62 ) . El comienzo del Anti­ guo Testamento está escrito con el espíritu de la religión autoritaria (FR, 63 ). Sin embargo, las doctrinas de Jesús son profundamente humanistas (FR, 69 ) . Esta dicotomía intrínseca al cristianismo expli­ ca, según Fromm, muchas de sus azarosas vicisitudes históricas (FR, 70 ).

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