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G. GRACIA GUILLEN 1 0 9 presión del alma más completa que una teoría científica, pues esta úl­ tima sólo es formulada por la conciencia. Además, para la representa­ ción de algo vivo, la teoría únicamente puede valerse de conceptos abstractos, en tanto el dogma, sirviéndose de la forma dramática del pecado, de la penitencia, del sacrificio y de la salvación, logra expre­ sar adecuadamente el proceso vivo de lo inconsciente» ( JR, 69 - 71 ). Hasta aquí la doctrina de Jung. En ella se aprecia con cuánta energía este autor defiende la vivencia subconsciente de la religión, de lo numinoso, de las «potencias» (espíritus, demonios, dioses, ideas, etc.) (JR, 20 ' i ) Ci. Pero esto en Jung no significa argumentación apolo­ gética o teológica. «Incurriría en error lamentable quien estimase mis observaciones como una suerte de demostración de la existencia de Dios. Ellas sólo demuestran la existencia de una imagen arquetípica de la divinidad y, en mi entender, esto es todo cuanto es dable afirmar psicológicamente acerca de Dios. Pero como es un arquetipo de gran significado y de poderosa influencia, su existencia relativamente fre­ cuente parece constituir un hecho digno de consideración para la teolo­ gía natural. Como la vivencia de ese arquetipo a menudo tiene, en al­ gún grado, la cualidad de lo numinoso, le corresponde la categoría de experiencia religiosa» (JR, 88 ). A modo de comentario final sirvan las siguientes palabras de White: «Jung nos desafía a ser más conscientes, más responsables, más adultos en nuestra religión — o irreligión— si no queremos des­ truirnos a nosotros mismos o a los demás. El hombre occidental se en­ gaña a sí mismo cuando cree que ha superado la fase religiosa y que no necesita de Dios — tal como se lo ha demostrado la amarga Né- mesis que está sufriendo por sus pretensiones de autosuficiencia. Sólo ha superado una religiosidad infantil, que no es más que una salida mecanicista, una compensación extrínseca y teórica del ateísmo prác­ tico interior. Cuando la sal ha perdido su sabor, no sirve más que pa­ ra ser pisada por los hombres» F romm «Hay psicoanalistas que son religiosos practicantes, como hay 64. Cf. el capítulo de WHITE, «Demonios y Complejos», en Op. cit., pp. 253-272. 65. Op. cit., p. 108.

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