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G. GRACIA GUILLEN 1 0 7 En nuestro psiquismo racionalista, ateo, secularizado, aparecen Lis ideas arquetípicas sin previo conocimiento de su larga y profunda his­ toria. «La más cuidadosa investigación jamás reveló posibilidad alguna de que mis pacientes hubieran conocido los libros pertinentes o pudie­ ran haber recibido informaciones acerca de esas ideas. A lo que parece, su inconsciente ha trabajado en la misma dirección mental que ha vuelto a manifestarse constantemente durante los últimos dos mile­ nios. Semejante continuidad tan sólo puede darse si suponemos que existe cierta condición inconsciente como un a priori heredado. Con tal supuesto no me refiero, naturalmente, a una herencia de re­ presentaciones — cuya demostración, si no enteramente imposi­ ble, sería muy difícil— . Supongo más bien que la propiedad hereda­ da es algo así como la posibilidad formal de volver a producir las mismas ideas o, al menos, parecidas. A tal posibilidad la llamo ((ar­ quetipo». Entiendo pues por arquetipo una propiedad o condición estructural, propia de la psique que, de algún modo, se vincula con el cerebro» (JR, 148 ) 62. No podemos entrar aquí en una exposición detallada de los dife­ rentes arquetipos de contenido religioso que Jung descubre en los sue­ ños de sus pacientes e interpreta conforme a los datos que la mitolo­ gía, la filosofía y el folklore primitivos nos brindan, por más que ellos de !a historia espiritual del hombre para entenderlos rectamente. La semejanza en­ tre algunos motivos oníricos y ciertos mitologemas es tan sorprendente que quizás nos inclinásemos a considerarlos, no sólo como similares, sino como idénticos. De esta manera el sueño queda elevado al nivel superior de mitologema, y simultánea­ mente los problemas presentados por la mitología se ponen en contacto con la vida psíquica del individuo. Del mitologema a la proposición religiosa no hay más que un paso. Sólo que, mientras que las figuras mitológicas aparecen ante nosotros co­ mo fantasmas pálidos c como simples reliquias de una edad muy antigua, que se ha hecho extraña para nosotros, las proposiciones religiosas nos hablan de una expe­ riencia «numinosa» inmediata, son un mitologema vivo» (Op. cit., pp. 20-21). Esta interpretación de la mitología desde mitologuemas (tal es la que consideramos co­ rrecta transcripción castellana, siguiendo a ALVAREZ DE MIRANDA, La metáfora y el mito, Madrid 1963, p. 12), de indudable raigambre histórica, aparece en Jung a través de las obras de Kerényi (cf., PINTOR RAMOS, A., «El mito, hermenéutica y filosofía», Naturaleza y Gracia, XVII. 1970, 340-43). 62. De qué clase sea esta herencia es un problema árduo que aún está por dilu­ cidar. De todos modos, es interesante señalar que siete años después de Psicología y religión, en Psicología y alquimia, Jung escribe: «Todo el mundo sabe que el tipo deriva de « t u t o '» que significa troquelado, marca (Einprägung). La palabra arque­ tipo supone, pues, a su vez alguien o algo que troquela (ein Prägendes)». ¿Qué rela­ ciones existen entre esta herencia y el concepto de «Prägung» (Lorenz), «Imprin- ting» (Hess), « Troquelado» (Rof), « Herencia sociogenética » (Waddington), etc.? Sólo los avances de la genética podrán contestar, quizá, a tan árduo interrogante.

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