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G. GRACIA GUILLEN 101 contrario, es desde éstas desde donde únicamente podemos entender la peculiar posición de Freud ante la religión, así como el problema de su ateísmo. Por otra parte, el Psicoanálisis puede ser un interesante elemento de purificación de las vivencias religiosas, evitando muchas falsas idolatrías De aquí las afirmaciones de Pie: «Creemos que, en lo esencial, y situados en el nivel en que opinamos debe situárse- los exactamente, los análisis de Freud sobre la religión son acerta­ dos» a. «Asimismo, el análisis que hace Freud de la religión del hom­ bre corriente — sean cuales fueren sus límites— nos parece que, si lo aplicamos a un campo de trabajo más completo, es capaz de ayudar a teólogos y pastores a promover con mayor lucidez y más eficacia el progreso de la vida teologal de los creyentes» «Los análisis frend­ íanos nos permiten enriquecer nuestra inteligencia con purificacio­ nes de la fe cristiana reconocidas y vividas desde hace tiempo. Ellas le hacen posible al creyente alcanzar una madurez humana según los propios criterios señalados por Freud» 53. Esto es lo que Pfister había dicho muchos años antes, cuando escribía a Freud: «Pienso que el psicoanálisis no anula el arte, la filosofía y la religión, sino que contribuye a depurarlos» M. Recapitulemos. Ha sido nuestro intento comprender a Freud desde dentro de sí mismo, sin concesión a clásicos reáuccionismos. La obra de Freud no se explica por puro mecanicismo decimonónico, aunque es evidente que algo hay de esto en su sistema. Tampoco es reductible a simple sociologismo, si bien algo explican la condición de judío y su estancia en la Viena burguesa. Es, en fin, ocioso el in­ tento de entenderlo por reducción a un elemental psicologismo, aunque su carácter y la posible neurosis algo nos digan de su vida y de su obra. Otros «ismos» podrían seguir a los dichos, pero su enu­ meración resulta vana empresa. Por encima de todos ellos, haciéndo­ los inteligibles como motivos desencadenantes en una acordada crea­ ción personal, están el alma y la personalidad libre de Sigmund Freud, sin duda cualificada por su condición vienesa, judía, decimo­ 50. Cf. RICOEUR, art. cit., p. 253. 51. Op. cit., p. 202. 52. Ibid p. 210. 53. Ibid p. 213. 54. Op. cit p. 122

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