PS_NyG_1971v018n001p0039_0081

4 6 HEGEL REDIVIVO nozco aquí a un joven del convictorio teológico, entre los primeros de su sección, a quien tal vez usted conozca: el «magister» Hegel, de Stuttgart, hombre de mucha cabeza, conocimientos y buenas eos- tumbres». El interesado no despreció la oferta, que le brindaba oca­ sión de salir al extranjero y alternar con gentes de diferente mentali­ dad. Pero dejó entrever que le parecían bajos los honorarios de 15 luises de oro anuales que le prometían, habida cuenta especialmente de la carestía de la vida helvética y de su costumbre de bien vestir en todo tiempo y lugar. Aparte de que no estaba dispuesto a ganar menos que otro «magister», que cobraba en Ginebra, por los mismos servicios, 25 dorados luises y algunas ventajillas más. ¡ Era el primer coletazo, al primer conato de vivir por cuenta propia, de la penuria económica, que lo asediaría hasta los años de Berlín! El contrato se arregló, y el nuevo tutor marchó a su pedagógico puesto, entre las dudas de algunos sobre si se adaptaría a las exigencias del nuevo gé­ nero de vida, y después de descansar todo un verano en casa de su padre, so pretexto de una cura. En Suiza pasó tres años de silencio, a juzgar por el de sus doxó- grafos. Dispersos sus colegas de promoción, preguntaba uno de ellos a un corresponsal: «¿No escribes nunca a Hölderlin o a Mögling? Dime en qué se ocupan y cómo se encuentran; tampoco de Hegel percibí ni una sílaba». N i siquiera Hölderlin, a quien enviaba Hegel en agosto de 1796, en carta desde Berna, su célebre poesía Eleusis, nos descorre el velo. Cuando lo vuelve a mentar, en septiembre de 1795, es para proponerlo como su ideal en el puesto que desempeña, y sugerir su llamada a desarrollarlo en Francfort. Los primeros versos de Eleusis proclaman la paz que reina en su interior y en su contorno, y aluden al ocio y libertad de que disfruta. ¿En qué empleaba esos ocios? Muy verosímilmente, en lecturas sobre economía, historia civil y religiosa a base de sus preferidos autores de la Ilustración franco-inglesa. O en componer sus ensayos de corte iluminista, como La vida de Jesús o la Crítica del concepto de la Re- ligión positiva. La estrofa siguiente destila nostalgia recordando los lazos de amistad que en Tubinga lo unieron a Hölderlin, y anhelo por el pronto encuentro. Efectivamente, el amigo fiel le había buscado un cargo docen­ te privado, similar al que dejaba en Berna, en casa de una ilustre fa-

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz