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G. ZAMORA 67 Ya no es el de Jena, y podría proponértelo, después de Fríes, si el partidismo contra éste fuera demasiado fuerte». La perspectiva de volver a la Universidad y entrar en ella, no ya como un desconocido, sino como profesor célebre, y allí sentar otra vez cátedra de «maestro de maestros», le parecía a Hegel, y a sus ri vales, digna de la mayor atención. Además, sabía que su candidatura podía tener éxito, pese a la personalidad y apoyos de otros aspirantes. En marzo de 1816 se reunía el claustro de la universidad berli nesa para proveer dos cátedras vacantes en la facultad de filosofía, una de la especulativa y otra de la práctica. Los teólogos siguieron en su mayoría el voto de Schleiermacher, que para la filosofía especula tiva se lo había dado a Hegel. También en las facultades de medicina y derecho acaparó Hegel más votos. La preeminencia se mantuvo en la de filosofía, frente a Schelling y Fries. Esa supremacía quedó con sagrada al pasar del voto de facultad al de claustro pleno, en el cual obtuvo Hegel 8 votos primo loco para la cátedra de filosofía especu lativa, Schelling 5 y Fries 3. Aquellos claustrales anticipaban con su veredicto la categoría filosófica de los tres rivales, generalmente res petada por la historia posterior. De Wette trabajó activamente a fa vor de Fries y en contra de Hegel, tratando luego de torpedear la sentencia del claustro protestándola; para ello se fundaba en que el ministro Schuckmann detestaba la filosofía natural y, por tanto, a Schelling, del cual Hegel no sería sino un apéndice — buena prueba o de la protervia de este profesor, luego depuesto en la persecución con tra los demagogos, o de su ignorancia, bien que la oposición Schelling- Hegel no fuera aún clara para todos. En justificación de su dictamen dirigió la universidad a Schu ckmann, que había sido uno de sus fundadores, un atestado en pro de los méritos de Hegel capaz de hacer palidecer de envidia a cual quiera de sus competidores. Constituía un auténtico monumento a los mismos. «Para la cátedra de filosofía especulativa — afirmaba— el sena do propone antes que a nadie al señor Hegel, profesor en Nurem- berg. En cualquier ramo del filosofar él es quien posee la habilidad y seguridad más grandes entre cuantos filósofos se dedican hoy a la enseñanza en Alemania. Es un gran dialéctico, dominando a la per
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