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G. ZAMORA 63 Trataba Hegel con esa comparación de aplicar a los sistemas fi- losóficos su idea básica de que la verdad no está en las partes, sino en el todo; pero a Goethe se le antojó una broma sofística y de mal gusto para aniquilar «la eterna realidad de la naturaleza», y rasgó con dolor sus jupiterinas vestiduras, como sumo sacerdote de la mis- ma... Semejante comparación le parecía totalmente indigna de un hombre razonable. Ma! sonaría en boca de un empirista de mente a ras de tierra y ciega para mirar las ideas; pero cuando un pensador de primer rango, que las conoce bien, las caricaturiza con ese despro pósito mediante una burla de palabras que se afirman, se niegan y rebasan por puro artificio, entonces no se sabe qué opinar de él. «Do loroso me sería perder también a Hegel. Pero ¿qué podría esperar de una lógica en cuyo prólogo se estampara secamente este principio: la recta y verdadera conclusión procede sólo de falsas premisas?». Sin embargo, no se atrevía a rechazar toda la obra por culpa de una sola cita de su prólogo leída casualmente, y no descartaba la posibilidad de que en el contexto sonara mejor. Pidió luces a Seebeck, y éste con testó que no localizaba el escandaloso pasaje ni en el prólogo ni en la introducción a la Ciencia de la lógica y que, por lo demás, había te nido a Hegel desde siempre por hombre serio, aunque no se atrevía a decir otro tanto de quienes lo seguían o utilizaban. En cuanto al señor Troxler, el villano causante del equívoco, remaba en un barqui- chuelo demasiado frágil para surcar las aguas profundas por donde bogaba Hegel. Seebeck no descansó hasta dar con la cita en su contexto. Dos días después se lo comunicaba a Goethe, entre alborozo y decepción por el hallazgo. El célebre párrafo del capullo y de la flor no se en contraba, claro está, en el prólogo a la lógica, sino en el prólogo al Sistema de la Ciencia o, como hoy diríamos, a la Fenomenología del espíritu 3. El poeta, lejos de aplicarse en la parte que le correspondía el «quandoque bonus dormitat Homerus», culpaba al citador, que ha 3. A cerca d e la relación de esta o b ra co n la L ógica, recu érdese lo que H egel e scrib ía en el prólogo a la primera edición de la misma (1812): «Por lo que se re fiere a la relación externa, estaba decidido que a la primera parte del Sistema cíe la ciencia, cuyo contenido es la Fenomenología, siguiera una segunda parte, que debía contener la Lógica y las tíos ciencias reales de la filosofía, la filo so fía de la naturaleza y la filosofía del esp íritu , con lo que el Sistema de la ciencia hubiera quedado completo. Pero la extensión que fue preciso dar a la Lógica me ha movido a publicarla por separado... Nuremberg, 22 de marzo de 1812».
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