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5 0 HEGEL REDIVIVO vista, sino consumado el hecho de la aparición del primer número. Schelling se lo enviaría personalmente: así lo cotilleaba la célebre romántica Carolina Michaelis a su segundo marido A. W. Schlegel, del que se divorciaría para casar con el propio Schelling, en 1803, año de fenecimiento del fecundo criticón filosófico y de nueva separación para el Andrenio y Critilo que lo habían engendrado. A quien honró Schelling con la primacía del indistinto dúo fue, sin embargo, a su antecesor de tálamo, Schlegel, rogándole lo acepta­ ra como obsequio de sus coautores, y esperando lo leyera de cabo a rabo y le comunicara sus observaciones. Cuando la noticia de la aparición del primer cuarderno llegó a oídos de F. H . Jacobi, volvió a tomar cuerpo el rumor que de tiempo atrás corría de boca en boca y que para Hegel debía equivaler a un apremio inexcusable, a saber, que mientras Schelling constituía ya una figura pública, su cómplice filosofal seguía siendo «un señor en­ teramente desconocido». Jacobi sospechaba, no sin fundamento, que el Journal pudiera llegar a tener dinamita contra él mismo. En efecto, si Hegel había roto el fuego en su primer opúsculo contra Fichte, en uno nuevo que formaba parte del segundo tomo del Journal y que titulaba Creer y saber («Glauben und Wissen») esgrimía su látigo, además, contra las filosofías de Kant y de Jacobi. El estilo de esta obri- ta hizo lamentar a Schelling, anticipándose al juicio de no pocos de sus lectores, que no estuviera redactada con mayor claridad y correc­ ción, pero Jacobi le arrancó el despecho de decir que el bisoño y des­ conocido señor Hegel no sabía escribir en absoluto. Y descifraba en aquel mal estilo el carnet de identidad de su anónimo autor: «Con frecuencia me cuesta entenderlo; la mala exposición me convence de que él y no Schelling ha llevado aquí la pluma» — le decía a X. L. Reinhold— , otro de los primeros vapuleados por ésta. Jacobi se con­ solaba pensando en los grandes nombres, como Herder, Juan Pablo o Schleiermacher, de los que también se hacía chacota ( Schimp'Na - men) en el escrito del arriscado Hegel. Por lo que atañe a Schelling, responsable moral del ataque, éste aseguraba a Schlegel que Fichte no entendería ni jota del mismo, en tanto Jacobi confiaba a Reinhold su maligna esperanza de que Fichte lo pagara en la misma moneda, o sea, con la réplica de que Schelling no lo había entendido jamás. E n e l p o l é m i c o t e r r e n o d e l a s r e c e n s i o n e s c u m p l i ó s e p o r e l l o l o

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