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32 LA SITUACION DE JUDA BAJO GODOLIAS tadas partes de la provincia. En Mizpah debió quedar muy poca gen­ te. La seguridad parecía estar suficientemente respaldada por la guar­ nición caldea. Por otra parte, la dirección del país no exigía mucho ele­ mento burocrático. Las circunstancias que rodearon la muerte de Go- dolías nos indican que la ciudad de residencia —Mizpah— estaba desprovista de fuerzas especiales. Los jefes del ejército y sus hombres tuvieron que retirarse a sus posesiones o a las tierras que se les indicó. Tuvieron que ajustarse a las nuevas circunstancias 15<. No es fácil que se le permitiera al «administrador» disponer de un ejército. Esto nos explica también lo fácil de las influencias extranjeras sobre judá. Las gentes dispersas por las regiones vecinas — Ammón, Moab, Edón— volvieron a ocupar sus propias posesiones y ciudades. La nue­ va reocupación de la tierra no debió ofrecer serias dificultades. Así se comenzó la nueva vida en Judá. Eran los meses de septiembre octubre del año 586. Urgía recoger la cosecha. Godolías lo indica en sus pala­ bras a los jefes del ejército: «vosotros haced la vendimia, recoged las mieses y el aceite, y guardadlos, y quedaos en las ciudades que ha­ bitáis» 15S. El tiempo había sido bueno y la recolección abundante: «Y cogieron vino y mieses en gran abundancia» 156. Los ejércitos de Babilonia habían destruido las principales ciudades, pero no habían convertido la tierra en devastado desierto. Nada más se nos dice en la Biblia sobre la actividad de Godolías como ((administrador». Es fácil, sin embargo, suponer que uno de los puntos delicados de su gobierno debió ser la administración de los bienes de la corona y de las familias principales desterradas en Babi­ lonia. Nada concreto sabemos sobre este problema. En Neh 3,7 en­ contramos una noticia que, a primera vista, parece extrañar un poco: «Junto a éstos reedificaron Melatías gabaonita y Jadón, meronita, los hombres de Gibe’on y Mizpah, pertenecientes (?) al trono del «pejah» de Transeufrates». Toda la dificultad está en la interpretación del «lekisse’». Si le damos un sentido meramente local, indicaría la re­ gión o parte del muro de Jerusalén que lindaba con la residencia del «pejah». Sin embargo parece más probable darle al «le» un sentido 154. Jer 40, 10. 155. Jer 40, 10-11. 156. Jer 40, 12.

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