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S. GONZALEZ 3 1 Egipto, era siempre constante. Tal fue la solución que adoptaron los principales de Judá, después del asesinato de Godolías. A este primer grupo de dispersos siguió bien pronto otro más numeroso. A él pertenecían todos los que habían buscado refugio en las provincias vecinas: «También todos los judíos que se encontraban en Moab, entre los hijos de Ammón, en Edón, y en todas las otras reglones, apenas supieron que el rey de Babilonia había dejado un residuo en Judá y que había constituido «paqíd» sobre él a Godolías, retornaron y vinieren a la tierra de Judá — todos los judíos de todos los sitios donde estaban dispersos» 151. Todos estos elementos sirvieron para aclarar un poco lo oscuro de la situación. Godolías podía ya contar con un conjunto de ciuda­ danos hábiles y más o menos entendidos en lo que constituía el por­ venir de Judá: el cultivo del campo. La población debió también aumentar, aunque de manera poco grata, con la intromisión de elementos extraños a Judá. Las provin­ cias vecinas penetraron en la tierra devastada. Especialmente los edo- mitas debieron usufructuar lo caótico de la situación 152. El odio que se respira en los escritos postexílicos contra estos pueblos tienen sus cau­ sas más inmediatas en la actitud que adoptaron con motivo de la caída de Judá153. Fácilmente los podemos imaginar aprovechándose de lo incierto de los límites, de la mala defensa, de la confusión que siguió a la catástrofe. Con esta ocasión revindicarían antiguos y ultrapasados derechos sobre tierras y posesiones. Antiguas familias volvieron a to­ mar asiento entre los hijos de Judá. Todo ello contribuía a aumentar la población. El número de habitantes bien pudo oscilar entre los 45.000 y los 50.000. En realidad no se puede decir que Judá queda­ ra como una tabla rasa. Y todas las expresiones poéticas del libro de las Lamentaciones y de los Salmos se deben interpretar dentío de es­ te esquema histórico. 4. Organización y división de la tierra. En las palabras que Godolías dirigió a los jefes del ejército, en Mizpah, podemos descu­ brir algo de lo que debía ser el programa inicial del nuevo goberna­ dor : la distribución del personal hábil en las diversas v más necesi­ 151. Jer 40, 11-12. 152. K I T T E L , G V I I I I , pp. 70ss.; R IC C IO T T I, Historia de Israel I I , p. 68.. 153. A ello parecen aludir muchos pasos de las Lamentaciones.

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