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S. GONZALEZ 19 ner la división de límites, al menos en su forma definitiva, después de la destrucción de Jerusalén en el año 587. 1) El sello de «Eliaquím, ecónomo de Joaquín», encontrado en Tell Beit Mirsim, en la región meridional de Judá, del tiempo de Sedecías. Según el detallado estudio de A lbright83 la existencia de estos sellos prueba que en Judá se seguía considerando como auténtico rey a Joaquín, y a Sedecías como a un mero sustituto M. Consecuentemente debemos decir que esta región meridional seguía perteneciendo a Ju­ dá 8\ Tell Beit Mirsim, que probablemente se puede identificar con Debir “, se encuentra situada a 20 km. al NE de Be’erseba’, donde se junta la región montañosa, la Sefelah y el Negeb e7. 2) Un argumento más fuerte y que parece excluye necesariamente la posibilidad de una separación de las regiones al sur de Bet-sGr an­ tes del año 587, es la pertenencia a Judá de Lakis, Azeqah, en este tiempo.68 Si identificamos Lakis con Tell ed-Duweir, como parece más probable, la ciudad se encuentra situada 40 km. al N . de Gaza, entre la Montaña de Judá y el comienzo de la Sefelah89; la identifi­ cación con Tell el Hesi la colocaría también al suroeste de la Palesti­ na, a 26 km. de Gaza 90. En cualquiera de las dos hipótesis se supone que, al menos hasta la región de Hebrón, la parte meridional de Ju­ dá seguía formando parte del reino hasta la toma de Jerusalén por los caldeos en el año 586. Durante todo el destierro estas ciudades per­ tenecieron a las provincias vecinas. 83. ALBRIGHT, The seal of Eliaquím and the latest praexilic history of Judah, en JBL 51 (1932) 77-106. 84. Cfr. E. F. WEIDNER , Jojachin, Kónig von Juda, in babylonischen Keils- chrifttexten, en Melanges syriens offerts a R. Dussaud II (Paris 1939) 923-935; M. NOTH, La catastrophe de Jérusalem en l’an 586 avant Jesus-Christ et sa sig­ nification pour Israel, en RHPhRel 33 (1953 ) 81-102. La tesis de M . NOTH, según la cual aún después del año 586, en Judá se seguía considerando como rey a Joa­ quín, no reposa sobre argumentos seguros ni probables. 85. Cfr, sin embargo, A. ALT, Kleine Schriften II, p. 328n2. 86. Cfr. ALBRIGHT, Archaeology of Palestine and the Bible (N . York 1932) 63-126; IDEM, The Excavation of Tell Beit Mirsim, en AASOR 13(1932) 55-127; ABEL II, pp. 303-304; R. NORTH, Geographia Exegetica (P. I. B .) Roma 1955, pp. 32. 87. Evidentemente no se trata de un argumento necesario. Históricamente es posible que perteneciera este sello al breve plazo de tiempo que Joaquín reinó en Judá. 88. Cfr. Jer 34,7; Lachish III, pp. 48. 56-58. 89. BALDI, Josué. Torino 1952, p. 79; ABEL II, pp. 367-368. 90. ABEL II, 367-368; ALBRIGHT, The seal of Eliaquím and the latest prae­ xilic history of Juda, en JBL 51 (1932) 105.

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