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S. GONZALEZ 13 gran esplendor. Al sur se extendía hasta Berseba *7. Los límites occi- dentales no son tan seguros. Ciertamente pertenecían a Judá las ciu­ dades de Lakis, Maresa, Azeqa, la llanura de Óno, cerca de Joppe Tal vez, como sugiere Alt, podemos admitir una influencia de Judá sobre los territorios filisteos de Ekron, Gaza hasta el mar *9. Al orien­ te lindaba con el Mar Muerto y el Jordán. Al norte fue donde se ma­ nifestó más claramente la política expansionista de Josías: Betel, Ofra, Jericó pasaron al dominio de Judá00. Su poder se hizo sentir en las provincias asirías de Samaría y Megiddo a. Tal era la extensión de Ju­ dá en esta época. La imagen que nos presentan los libros de Esdras y Nehemías es bastante diversa. Estamos bajo el dominio de los persas — 538-444— . La extensión de la «Medínah Jehuda» se puede determinar con bastan­ te exactitud. Y esto tiene su importancia. La herencia babilónica pasó, sin mayores cambios y transformaciones, al dominio persa. Luego po­ demos deducir, con bastante probabilidad, que la situación que encon­ tramos en el período persa era más o menos la misma que dejaron crea­ da los caldeos52. El documento fundamental nos lo da el libro de Nehe­ mías 3, 1-32. Se trata de una enumeración bastante completa de todos los que tomaron parte en la reconstrucción de los muros en el año 444, bajo la dirección de Nehemías ®. Como muy bien nota Kittel estas listas de Nehemías no sólo nos dan la situación de Judá en la época de los persas sino también la configuración que ofrecía Judá inmediatamente después del destierro. Por lo demás semejaba bastante al estado de Judá en el breve perío­ do de dominación asiría55. Según el texto de Nehemías, el límite me­ ridional pasaba entonces entre Beth-Zur y Hebrón “. Sin embargo, parece ser que había sufrido algún cambio a raíz de la repatriación. 47. Cfr. 2Re 23,8; Jos 15, 21ss. 48. Cfr. 2Re 14,19; 18,14; Jer 34,7. 49. Kleine Schriften II 282-283. 50. Cfr. Jos 18, 21-23; Esd 2,28.34; Neh 7, 32.36; 3,2; A. ALT, Kleine Schriften II, pp. 281-282. 348 ss.; ABEL II, p. 87 s.; KITTEL, GVI III, pp. 43s. 51. Cfr. 2Re 23,15 ss. 29-30; 2 Crón 35,22; ABEL II, p. 87 s. 52. A. ALT, Kleine Schriften II, p. 282. 53. Véase el detallado estudio de W . RUDOLPH, Esra und Nehemia. Tübingen 1949 pp. 113-121; KITTEL, GVI III, pp. 49s.; E . MEYER , Die Entstehung des Ju­ dentums 105-108 (Das Judentum). 54. GVI III, p. 49. 55. A. ALT, Kleine Schriften II,pp.327-328. 243ss. 56. Neh 3,16; cfr. RUDOLPH, Esra, pp. 21.115.

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