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388 S IM BO LO V A N A L O G IA quiere decir que el signo lingüístico dependa del libre talante de cada uno. La lengua es un sistema de signos hecho que se recibe y se maneja y en el que la tradición es ley básica. Decimos hombre y perro, porque antes que nosotros se ha dicho ya hombre y perro. La arbitrariedad quiere decir sencillamente que entre la imagen acústica y el significante no existen lazos ni relaciones naturales, sino que su nexo es totalmente inmotivado y lo establece la colec­ tividad idiomàtica en su tarea temporal expresiva. Esta tarea tem­ poral expresiva permite también que los signos puedan cobrar nue­ vas referencias, gastarse y caer en desuso, estar abiertas a univer­ sos de sentidos nuevos. La movilidad del signo da pie para la metáfora que es ante todo interpretación de la realidad. Flor imaginativa y endeble sobre la que descansa la capa inconmovible del subsuelo de nuestra rea­ lidad diaria22. Mediante la metáfora se nos permite dar existencia separada a los objetos abstractos menos asequibles. De aquí que su uso sea tanto más ineludible cuanto más nos alejemos de las cosas que manejamos en el quehacer cotidiano. La metáfora se cons­ tituye esencialmente por una relación traslaticia de significaciones. Translación que crea mundos de complejos representativos nuevos. En ellos, la palabra cobra una dimensión significativa diferente de la propia, pero sin perder ésta. En toda metáfora, pues, dos mun­ dos de significaciones se asocian y combinan sin perder sus preci­ pitados de sentido que se unifican en una sola expresión. A través de la imagen de los surtidores de agua que se asemejan a lanzas de cristal, Ortega y Gasset explica magistralmente la génesis y fun­ ción de la metáfora. Allí tenemos dos objetos concretos — surtido­ res, lanzas de cristal— que pueden ser percibidos separadamente, aun cuando poseen elementos abstractos comunes: forma, color, ímpetu. Si se afirma la identidad parcial de estos elementos, se tiene como resultado proposiciones semejantes a las de la ciencia. No otra cosa hacía Newton, cuando afirmaba la identidad de com­ portamiento entre astros y números. Si se afirma, en cambio, la identidad total de lanzas de cristal y surtidores nos adentramos en el meollo de la metáfora: identificación de dos objetos concretos diversos en su realidad total. «Los surtidores son lanzas de cristal». Exageración identificadora que da valor poético y carta de existen­ cia a la metáfora, en cuanto tal. Este acto identificador tiene como base todo un mundo objetivo de analogías, valores y sentimientos. Por ello, la translación de significaciones que supone la metáfora 22. J. M a ría s, O r te g a . I. C ir c u n s ta n c ia y v o c a c ió n . M a d rid 1960, p . 285ss.

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