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386 S IM BO LO Y A N A L O G IA presivas entre las que cabe distinguir de manera primordial las anteriormente dichas poética, científica y filosófica. La intuición y expresión del símbolo en estos tres ámbitos nos dan la medida de su problemática, de su verdad, y, en consecuencia, de su herme­ néutica. C) E l e m e n t o s l in g ü í s t ic o s d e l s ím b o l o . La tercera clase de elementos, dignos de consideración en el símbolo, son los lingüísticos. Como preámbulo aclaratorio, conviene ya de antemano descartar, al tratar de este punto, algunas posi­ ciones lingüísticas desenfocadas por prejuicios formales neopositi- vistas. Posiciones que repercuten en la explicación del símbolo, debido a la teoría general que sobre el lenguaje sostienen. Cual­ quier uso del lenguaje que no sea emotivo o evocativo es calificado por ellos, como simbólico. Así, Stebbing y de modo semejante Ogden y Richards. Esto deriva de la total identificación que hacen entre sentido simbólico y cualquier otra clase de sentido, entre el símbolo y el signo. John Dewey parece querer aumentar la confu­ sión pretendiendo trastornar la terminología, denominando «sím­ bolos» a los signos artificiales para distinguirlos de los naturales l8. Precisamente es, por el contrario, dentro de los signos naturales donde se posibilita la constitución del símbolo, ya que éste nunca es totalmente arbitrario ni artificial. Ya el mismo Saussure indica claramente que el símbolo tiene como característica, en el lenguaje, no ser nunca completamente arbitrario: dentro del símbolo, entre significante y significado debe ponerse siempre algún vínculo na­ tural por muy rudimentario que éste sea. El símbolo de justicia, la balanza, no podría reemplazarse por otro objeto cualquiera, un carro, por ejemplo ,9. La problemática de los elementos lingüísticos del símbolo que­ da ubicada de manera principal dentro de la función representativa del lenguaje. Los precipitados de sentido, comunicación y compren­ sión intervienen también en diversa medida. Crean, con ello, situa­ ciones de complejidad que pueden ser clarificadas siguiendo el pro­ ceso lingüístico de elaboración del símbolo, tomando como punto de partida el signo. Se ha dicho repetidamente que el lenguaje es signo, represen­ tación de la realidad. Si esta representación se toma como calco, se deduce que el mundo se clasifica en categorías de objetos per­ 18. J. Dewey, o . c ., p. 67ss. 19. F. de Saussure, Curso de lingüística General. Buenos Aires, 5.’ ed., 1965, p. 131.

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