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384 SIM BO LO Y A N A LO G IA luego que el conocer es sólo sobre un número de «relaciones posi­ bles con la realidad», y que los otros usos de la palabra son prác­ ticos y emotivos, como en el caso de la moral y la estética La teoría de las formas simbólicas se ha fijado permanentemente en la ciencia y en la filosofía, merced a la obra de E. Cassirer. El hecho de que no hayá conocimiento en que no aparezca un elemen­ to de representación implica por necesidad que el conocimiento es una clase de «simil». Y el hecho de que no exista la cuestión de la verdad o falsedad, sino sólo con referencia a lo que puede expresarse, el que toda expresión implique lenguaje, y el que todo lenguaje importe elementos simbólicos, quiere decir que no hay conocimiento sin algún factor integrante simbólico14. Conviene, aquí, diferenciar claramente concepto símbolo, en sentido estricto, de esta tendencia a la función simbolizadora de la mente. Afirmar que todo conocimiento humano contiene factores integrantes sim­ bólicos no es afirmar que el conocimiento, en su totalidad, sea puro simbolismo. Por ello, en toda teoría cognoscitiva deben que­ dar netamente deslindadas las funciones y formas simbólicas de las no simbólicas. El ángulo de visión cualitativo enlaza la naturaleza del conoci­ miento auténticamente simbólico con la intuición, de la cual no puede nunca separarse. Lo simbólico, ya sea idiomàtico o no, está caracterizado por este hecho. Las imágenes y las ideas, en todo símbolo, se toman de las relaciones que son más fácilmente intui- bles y se usan como expresiones de relaciones más universales y abstractas que, a causa de su penetración e idealidad, no pueden ser expresadas directamente 15. Precisamente es esta conexión con lo intuitivo lo que diferencia al símbolo de los demás signos, espe­ cificándolo. En los signos, por ejemplo, designativos no se pone atención en el signo mismo sino en aquello a que nos remiten. Piénsese en los sonidos del lenguaje como diversos de su sentido. En los símbolos, por el contrario, uno se fija primero de alguna manera intuitivamente en el símbolo en sí y sólo después en lo que el símbolo representa I6. Dentro de los elementos cognoscitivos del símbolo deben con­ tarse también las dimensiones expresivas y comunicativas del co­ nocimiento humano. Conocer es, a este respecto, decir en la doble 13. J. Dewey, Lógica. Teoría de la Investigación. México-Buenos Aires, pp. 76ss., 119ss. y toda la última parte del libro. 14. E. C assirer , o . c ., sobre todo en su introducción. 15. R. Wellek y A. Warren, Teoría literaria. Madrid 1953, p. 324ss. 16. W. P oll , o. c., p. 148ss.

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