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D IEGO G R A C IA G U IL L E N 359 Este agudo problema es el que desde Ivace años viene preocu­ pando, cada vez con mayor intensidad, a bastantes de los mejores franciscanistas. El resultado ha consistido en una nueva y definitiva revalorización de los Escritos de San Francisco (recuérdese, a este propósito, los trabajos que han publicado en los últimos años los PP. Esser, Hardick, Billibrord de París, Cambell, Cornet, Vorreux, etc.), y en un replanteamiento del tema de las fuentes desde la auténtica perspectiva, esto es, en relación con los Escritos del Será­ fico Padre. Estos no son, ahora, una fuente más, ni tan siquiera la primordial o principal, sino la fuente fundamental 23 y el criterio seguro de juicio sobre la autenticidad o inautenticidad de todas las demás fuentes24. Sólo puede considerarse auténtico, seguro, aquello que no repugna a la doctrina de los Escritos25] mejor aún, aquello 23. Cf., por ejem plo, la opinión de F identius van den B orne («B ibliographia Franciscana», V III, n. 200), donde concede el valor de «fuentes fundamentales» a los Escritos de San Francisco y a Tomás de Celano; y «Bibliographia Franciscana», X I, n. 249, donde atenúa su opinión respecto a Celano. Com o auténtica «fuente fundamental» quedan ya, sólo, los Escritos de San Francisco. Conviene notar que, modernamente, se ha con cedido un lugar honorífico y es­ pecial entre las fuentes a los Escritos de Santa Clara, más cercanos a los Escritos de San Francisco que a las fuentes subsidiarias. En 1953, con ocasión del cente­ nario de Santa Clara se hicieron buenas ediciones de sus Escritos (E. Grau, Lebert und Schriften der hl. filara von Assisi. Werl in Westf. 1952; The Legencl and Writings of Saint Clare o f Assisi, N. Y. 1953; D. Vorreux, Saint Claire d'Asise. Sa vie : Ses écrits. París 1953). Estas ediciones de las fuentes perm itieron estudiar muchos pro­ blemas de la vida de Santa Clara. Aquí me interesa señalar, únicamente, que estos estudios la han confirm ado com o «la más fiel discípula de San Francisco» (Vorreux, op. cit., p. 7; K. Esser, Sainte Claire, image et miroir de VEglise, nota 28; etc.), confiriendo así a sus enseñanzas un valor de primera categoría para la interpre­ tación de ciertos pasajes oscuros de las fuentes de San Francisco. Cuáles sean éstos puntos es labor que d ejo para otra ocasión. Básteme ahora con constatar esta importancia y categoría de privilegio que los Escritos de Santa Clara poseen en la recta intelección de la vida franciscana. 24. Esto supone la confección de un buen número de monografías sobre los Escritos y sus problemas. A ¡éste respecto constituyen un ejemplar punto de partida los trabajos críticos y exegéticos de Kajetan Esser. A semejanza de lo realizado con la Sagrada Escritura, se prepara la edición crítica de cada escrito, se resuelven los problemas históricos y cron ológicos, y se com enta cada versículo y cada palabra. Así han sido ya estudiados, entre otros, el Testamento y la Regula pro eremitoriis data, y lo serán, no tardando mucho, todos los demás Escritos del Santo, según me manifestaba el propio P. Esser hace algún tiempo. 25. Este es el criterio fundamental, pero no el único, ya que pueden existir —y de hecho se dan— otros criterios subsidiarios, que «ayudan» (cf. Lortz, p. 19) al esclarecim iento de la verdad histórica del franciscanismo. Estos han de aplicarse, exempli grada, cuando se estudia un tema que no aparece en los Escritos, com o el de los estigmas de San Francisco. Modelo egregio de aplicación de estos méto­ dos subsidiarios lo constituye la m onografía de Octaviano de Rieden, De Sancti Francisci Assisiensis sdgmatum suscepdone. Disquisido historico-crilica in luce tesdmoniorum saeculi XIII, en «Collectanea Franciscana» 33 (1960) 5-30; 129-145; 241-263; 353-397.

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