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358 E S E N C IA Y R EA LID AD EN LA V ID A F R AN C ISC A N A afanes polémicos, apologistas, muy poco indicados para narrar la historia con sobriedad y objetivismo21. Y San Buenaventura, en el que podríamos tener mayores esperanzas, se vio obligado a es­ cribir su biografía en tono irónico, conciliador, dándonos más que hechos históricos escuetos, interpretaciones teológicas de la vida de San Francisco 22, sin que podamos llegar a determinar, las más de las veces, dónde termina el hecho histórico real y dónde co­ mienza la interpretación. tatibus Thomae tanquam scriptoris disserit. Non secus ad ceteri mediae aetatis hagiographi ille partem supernaturalem cum damno elementi naturalis nimis urget. Minuta histórica, chronologica, geographica saepius praetermittitur. L oco evolu- tionis psycologicae catalogus virtutum texitur. Scribendi ipsius genus non raro est tumidum ac curialitatem aulicam sapit». 21. S. Verhey,Der Mensch unter der Herrschaft Gottes. Düsseldorf 1960, p. 13. quiere salvar a 1 Cel.: «Die sicherste Quelle für die persönlichen Auffassungen von Franziskus sind deshalb seine Schriften. Und weiter kann man das Franziskus-Bild von Celano, besonders in seiner 1. Vita, als das zuverlässigste betrachten, weil es schon zwei Jahre nach dem Tod des Heiligen verfasst worden ist und noch nicht von einer tendenziösen Tradition übermalt und verzeichnet ist». Aún suponiendo que lCel. no participe de la «tradición tendenciosa», dicha biografía está escrita con las singulares categorías medievales respecto a las vidas de santos. Su concepto de la verdad histórica n o es el nuestro. Escribían para edificación de las gentes y les importaba máshacer de su personaje un héroe ejemplar que atenerse rigurosamente a los datos históricos. Ni vale distinguir en Celano entre id quod concipitur y el modus concipiendi, entre el fondo y la forma o el hecho y su interpretación. Conocemos libertades en los dos campos. Además de que para una teoría de la espiritualidad franciscana tanto o más importante que el hecho es su interpretación. Van den Borne, en el artículo citado en la nota anterior, prom ete estudiar esta cuestión a fondo. Y, com o adelanto, ofrece unos cuantos ejem plos del interpreta- cionism o y de las inexactitudes de Celano: los relatos opuestos sobre la juventud de San Francisco, el tema de la bendición de Fr. Elias; los nn. 3, 35, 80s. de la Vita prima ; y los nn. 190, 188, 209, 145, 180-186, 51, 93 y 82 de la Vita secunda. Otro m otivo de prevención respecto a las biografías primitivas lo constituye el clima h istórico de joaquinism o en que se escribieron. Esto se advierte no sólo en las Florecidas o en la Legenda maior, sino en el m ism o Celano. «Burdach ha hecho notar la frecuencia con que los verbos que expresan la conquista de nove­ dad —renovar, restaurar, reformar— se acumulan en los himnos religiosos de Tomás de Celano, biógrafo de San Francisco y poeta del Dies irae » (Lain Entralgo, La espera y la esperanza, Madrid 1958, p. 138). Se puede avanzar más, asegurando que en las biografías de Celano existe esta misma tendencia, que va encaminada, no ya a considerar a San Francisco com o una perfecta im itación de Cristo y ejemplar, caudillo de la Orden, sino más bien com o el renovador de la práctica evangélica, el restaurador de la Iglesia. En la nota 27 de su libro, transcribe Lortz este significativo párrafo de Celano: «En los últim os tiempos apareció un nuevo evangelista... llegó una nueva santidad... se dio un espíritu nuevo... e irradió de lo alto un santo, con nuevos ritos y nuevos signos». Desde los primeros tiempos se ha encarnado esta idea en la visión de San Francisco sosteniendo las paredes de la Iglesia, que amenazaba caerse. Es una idea fundamentalmente joaquinista. «La interpretación de San Francisco com o el novus dux se deriva de Joaquín» (K arl Löwith, El sentido de la historia, Madrid 1958, p. 220). 22. S. Verhey, Der Mensch..., p. 11: «Die sog. Legenda maior Bonaventuras... gibt aber den historischen Fakten einen theologischen Sinn».

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