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354 ESENCIA Y REALIDAD EN LA VIDA FRANCISCANA Quizá ello se debe a la misma intrínseca limitación del método empleado; método sin duda muy propicio para descripciones 7 pro­ fundas de realidades y de personas (de aquí el mérito de Lortz al aplicarlo a San Francisco), pero que resulta incapaz para darnos la esencia de las cosas y de los hombres. 2. La fenomenología posee un conjunto de limitaciones que la vienen impuestas por su misma estructura constitutiva. Una de ellas, quizá la principal, es la expuesta más arriba: que ese mé­ todo, al menos en manos de los fenomenólogos que hasta hoy la han usufructuado, aparece como incapaz de desvelarnos la verda­ dera esencia de las cosas reales. Hemos de repetir, sin embargo, que ha servido para lograr profundos análisis descriptivos de cosas y hechos. «Todo el universo de la ciencia — ha escrito Merleau- Ponty8— está construido sobre el mundo vivido y si queremos pensar la ciencia misma con rigor y apreciar exactamente su sen­ tido y su alcance, nos será menester despertar ante todo esta expe­ riencia del mundo, de la que la ciencia es la segunda expresión»9. «Y esto, sólo se logra describiendo la experiencia. La explicación científica no es más que una determinación abstracta, significativa y dependiente de la experiencia, de ese mundo percibido, como la geografía — el ejemplo es del mismo Merleau-Ponty— con relación al paisaje, en el que hemos aprendido por primera vez qué es una selva, una pradera o un río» l0. El libro de Lortz nos ha proporcionado, sí, una descripción pal­ pitante de la espiritualidad franciscana. Ha cumplido con el primer requisito apuntado, el existencial, el de imperativos. Pero no se ha elevado a una auténtica, científica teoría del franciscanismo y su espiritualidad. Y si lo primero hemos visto ser muy necesario — sobre todo en el caso de San Francisco— , lo segundo lo es tam­ bién, sobre todo para los franciscanos, esto es, para los que de una u otra forma intentamos seguir a San Francisco. Más aún, la necesidad de una teoría del franciscanismo aumenta a medida que las prescripciones disminuyen. Es el caso de los terciarios secula­ res. Los demás franciscanos poseen ya unas reglas y unas normas 7. «Se trata de describir, y no de explicar ni de analizar». Merleau-Ponty, Phéno­ ménologie de la perception, Paris 1945, p. II. Por otra parte, las obras de Husserl están hablando continuamente de la base descriptiva de la fenomenología. 8 . Phénoménologie de la perception, Gallimard, Paris 1945; trad. esp., FCE, Bue­ nos Aires 1957. 9. Pp. II-III de la ed. francesa; p. V I de la española. 10. Tomas M ontull, Merleau-Ponty: Fenomenología y campo fenoménico, en «Estudios Filosóficos» (Las Caldas), 8 (1964) 45-6. El ejem plo de Merleau-Ponty se encuentra en la p. III de la ed. francesa.

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