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DIEGO GRACIA GUILLEN 353 para Francisco más que para ningún otro... Vamos a intentar hacer­ lo así...» (p. 29). El resultado ha consistido en la confección de una panorámica sobre San Francisco por demás vital, sugestiva, honda y hasta mis­ teriosa. En efecto, Lortz está convencido de que la misma «des­ cripción fenomenològica» no puede darnos toda la riqueza del santo: «En seguida se percibe que, todo cuanto se dice sobre esta figura extraordinaria, es pocp más que un pobre balbuceo; poco más que un fallido intento de describir 5, con palabras inadecuadas, un mundo desconocido y extraño» (p. 10). Por eso, «Francisco es un misterio» (p. 9), que ha de conocerse por el contacto vital y no meramente intelectivo: «hay que buscar el contacto inmediato con él» (p. 10). «Con todo — continúa Lortz— debemos intentar com­ prender, aún racionalmente, lo mejor posible, las fuerzas que en él obran y el recíproco entrecruzarse de las mismas» (p. 35). Esta es, en efecto, la finalidad del método fenomenològico: llegar a comprender, en la medida de lo posible (es decir, sin ahogar cual­ quier sospecha de misterio), por medio de una «descripción eidè­ tica», lo que Husserl ha llamado el «reino de las estructuras esen­ ciales» 6. Lortz realiza en su libro múltiples esfuerzos por captar esa esencia del franciscanismo. Según él, «es esencial al Cristianismo (y al franciscanismo) el que sea locura y tropiezo para el mundo» (p. 25). Mas también constituyen esta esencia la oración (p. 42), la penitencia y la ascesis (p. 44), la conciencia del pecado (p.. 48), el amor (pp. 64 y 70), la sencillez y humildad (pp. 70 y 73), el apos­ tolado (p. 57), etc. Cosas todas éstas, si no heterogéneas, sí formal­ mente distintas, y que difícilmente constituirán de modo riguroso y clausurado la esencia del franciscanismo. En consecuencia puede decirse que Lortz, después de diversos enfoques y perspectivas, acaba por no esclarecernos la esencia del franciscanismo, si no es diciendo, de modo genérico, que lo esencial es «un amor ardiente, alimentado por una fe inconmensurable» (p. 19), o que «Francisco vivía esencialmente a impulsos de fuerzas sobrenaturales» (p. 34). 5. El subrayado es m ío Sobre la «descripción fenom enològica», cf. notas 7 y 15. 6 . Edmund Husserl, Ideas relativas a una fenomenología pura y una filosofía fenomenològica, México 1962, pp 375-6. Al libro de Lortz bien puede tildársele de «esencialista». No menos de diecisiete veces aparecen en sus páginas vocablos «esenciales» (esencia, esencial, etc.). En las primeras líneas del libro ya se advierte esta neurálgica preocupación del Autor. «E l que se haya preocupado por cierto tiempo de Francisco de Asís puede fácil­ mente hablar sobre él durante varias horas. Pero, es difícil expresar con palabras lo que Francisco es en su esencia »,

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