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364 E S E N C IA Y R EA LID AD EN LA V ID A F R A N C IS C A N A III 1. Ultimamente la cuestión que hemos de resolver debe formu larse así: ¿qué es, en realidad 41 , la vida franciscana? Queremos co nocer la realidad del franciscanismo. Mas si comenzamos definien do la realidad con justeza filosófica, como «todo y sólo aquello que actúa sobre las demás cosas o sobre sí mismo en virtud, formal mente, de las notas que posee» (SE, 104)42, la sorpresa es grande. El «formalmente» de la definición quiere decir que sólo son ver daderas cosas reales aquellas «que actúan sobre las demás cosas por su carácter formal» (SE, 105), esto es, por la unidad estructural y clausurada de sus notas constitucionales. Esto hace que un hom bre, por ejemplo, sea una auténtica cosa real, ya que posee una unidad formal, estructural y clausurada de notas constitucionales, que le individúan de todos los demás sujetos de su especie, y le diferencian de las otras cosas reales. Por el contrario, una mesa qua mesa no es una auténtica cosa real; lo será la madera, ya que la mesa no es una unidad formal de notas, sino meramente acci dental. Esclarecido así el concepto de realidad, aparece que el francis canismo, la espiritualidad franciscana no es una «cosa real», no es algo que tenga consistencia en sí mismo. Lo único que existen son hombres franciscanos ; estos son un verdadero sistema clau surado de notas constitucionales, una realidad. De esto debe dedu- 41. Una crítica, hasta cierto punto sagaz, de esta manera de plantearnos el problema puede verse en Stephen E. Toulmin, El puesto de la razón en la ética, Madrid 1963, pp. 122-137. Las ideas que en esas páginas se exponen son perfecta mente opuestas a las que sobre la realidad mantiene X . Zubiri, que a continua ción expondremos. Aranguren, en el Prólogo (p. 10), juzga así la doctrina de Toulm in: «El con cepto de «realidad» en que desem boca Toulm in es convenciona- lista o neoconvencionalista: se halla en función de la teoría científica adoptada y en definitiva del uso de la razón que hagamos en cada situación (intuitivo sen sible, científico, estético). Es la resistencia a aceptar este funcionalism o lo que ha llevado a imaginar la filosofía com o instancia suprema de absolutividad y,por ende, a la invención de la metafísica». 42. A lo largo de este apartado expongo algunas de las ideas filosóficas de X . Zubiri. Ello se debe no sólo a que las creo fundamentalmente verdaderas en el plano filosófico, sino también aptas cual ningunas otras en su concreta aplica ción a nuestro problema. Por otra parte, es una filosofía que merece con toda justeza el título de «clásica», ya que comulga en su orientación con la más pura tradición filosófica, y en especial, con Aristóteles, y la escolástica. Debido a lo novedosas que algunas de estas ideas resultan, las expongo con cierta extensión, transcribiendo las mismas palabras de Zubiri siempre que me es posible. Siglas: SE, Sobre la esencia, Madrid 1962. HRP, El hombre, realidad personal, en «Revista de Occidente», abril 1963, pp. 5-29.
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